Gafas para ver la tele

Ahora tendré que comprarme unas gafas de plástico con dos láminas a modo de lentes para ver la televisión en casa. Claro, que veré como Bruce Willis salva al mundo de una forma tan real que me darán ganas de esconderme detrás del sillón para huir del meteorito que viene hacia la tierra, y los documentales serán tan realistas que dejaré de verlos después de comer. Por no hablar de las lágrimas de los invitados de los programas del corazón, que me encharcarán el salón.

Mi vida doméstica cambiará. Además de perder el mando a distancia también perderé las gafas para ver la tele. Con lo despistada que soy, tendré que comprarme una cadenita para sujetármelas al cuello y así no perderlas. Compraré packs de gafas 3D para los amigos cuando vengan a ver el fútbol. Incluso el perro, en su afán por devorarlo todo, remplazará mis zapatillas por mis nuevas gafas.

Pero no sólo cambiará mi vida, también lo hará la de otras personas. Los fabricantes de este tipo de gafas, los que inventarán toda clase de accesorios para ellas y los que se arriesguen y creen las lentillas para ver en 3D.

Supongo que Agatha Ruiz de la Prada ya está preparando su propia línea de gafas 3D, con flores de todas las clases y colores, para los más presumidos. Y los más avispados ya están preparando un potingue para arreglar los arañazos en las lentes para venderlo en la teletienda.

Pero tengo mis dudas sobre este invento, ¿cuándo veamos el telediario también veremos las guerras, las catástrofes y los asesinatos en 3D? ¿Nos servirá eso para ver la realidad que nos rodea de una forma más amplia? ¿O seguiremos haciéndonos los ciegos ante lo que no nos gusta mirar? Creo que hasta que no se inventen unas gafas para eso, seguiremos viendo ciertas cosas en dos dimensiones.