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Galgos o podencos

José Miguel González Hernández

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-¿Por qué estás corriendo?

-Porque me persiguen. Necesito esconderme para que no me pillen.

-Pero ¿quién te persigue?

-Mira, mira aquellos galgos.

-¿Galgos? Como se ve que no entiendes de este tema... Son podencos.

-Ja, ja. ¿Podencos? ¿Tienes alguna infección en los ojos que te provoca ceguera o qué? No te enteras. Son galgos.

-¡¡Madre mía!! ¡Qué analfabetismo más grande! ¿De cuándo a dónde los galgos son así? ¡Son podencos! -¿Para que tienes la vista? Solo hace falta mirar la forma en la que se mueven, corren y ladran. Blanco y en botella. Galgos de pura raza.

-No, mira, los galgos, cuyo nombre proviene del latín gallicus canis, es una raza canina autóctona de España, perteneciente al grupo de los lebreles, existiendo una variedad tanto de pelo corto como de pelo duro. Este suele ser liso y muy fino, aunque también los hay con un pelo más áspero y largo, repartido homogéneamente. Los colores típicos son el atigrado, el negro, el tostado o, incluso, blanco. Es una raza pura que se ha logrado por selección durante mucho tiempo y no por el cruce con otras razas. Además, tienen un físico ligero y estilizado, con patas largas y pecho voluminoso, que le permite alcanzar grandes velocidades, convirtiéndoles en buenos corredores, como podrás ver, llegando a los 70 kilómetros a la hora. ¡Y eso que vemos que se acercan a toda velocidad, son podencos!

-Mira. Yo también sé buscar en Wikipedia y te cuento que el podenco es un perro de caza esbelto y de tamaño mediano de origen antiguo. Su aspecto recuerda al chacal o, incluso, al dios egipcio, Anubis. Es un tipo de perro primitivo importado hace unos tres mil años desde Oriente Medio. Se puede destacar del podenco su amplio desarrollo de los sentidos: su visión, su olfato, el oído… lo que lo configura como uno de los perros de caza más eficaces a la hora de buscar y encontrar la presa. ¡¡¡Y lo que viene ladrando hacia nosotros son galgos!!!

Elevaron tanto la voz que les encontraron. Los mordiscos se multiplicaban y las dentelladas fueron tan rápidas como profundas. De tal gravedad fue la cosa que una vez que los animales pensaron que ya el castigo había sido suficiente, tuvo que acercarse una ambulancia para llevarlos al centro sanitario más cercano para proceder a la curación de las heridas causadas. Ya en el hospital:

-La verdad es que nuestra insensatez nos ha traído hasta aquí. No deberíamos haber tenido esta discusión tan enconada. Nuestros gritos delataron nuestra posición y hemos terminado así.

-Tienes razón, en un momento de grave peligro, en vez de fijarnos en lo verdaderamente importante, que era solucionar un problema, nos distrajimos en minucias y superficialidades…

-Por cierto, se me olvidó comentarte una cosa, ¿cómo va lo del virus? -¿Virus? ¿Qué virus?

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