La Mezquita Roja y Musharraf

La Mezquita Roja ya constituía una inspiración religiosa a favor de la rebelión contra los infieles (yihad) al menos desde los años 80, cuando desde allí su jefe Abdulah animaba a las escuelas coránicas a luchar contra la ocupación soviética de Afganistán. De ahí viene su relación con Osama Bin Laden. Después siguió haciendo idéntica cosa, sólo que el enemigo había cambiado, sustituyendo los gringos a los soviéticos como encarnación del mal. Abdul Aziz y Abdul Ghazi, hijos de Abdulah, ejercían hasta hoy como los gestores indiscutibles de la Mezquita Roja y mantenían el rumbo tradicional. Proclamaban que Musharraf trabajaba para los gringos, convirtiendo a Pakistán en el principal enclave estratégico estadounidense de la región. Debía considerársele como un enemigo de la resistencia afgana y del islamismo paquistaní. Aziz y Ghazi aparecieron entre los sospechosos del atentado de julio de 2005 en Londres y estaban acusados de conspirar contra la vida del presidente.La situación actual explotó tras seis meses de tensión entre Lal Masjid y el Gobierno, cuando las autoridades intentaron derribar algunas mezquitas en Islamabad. En marzo, estudiantes de las escuelas coránicas iniciaron una campaña de moralidad en su entorno y unas semanas más tarde Abdul Aziz creó un tribunal para aplicar la sharia. Lanzó una fatua (decreto religioso) contra la ministra de Turismo. El Gobierno optó por bloquear su portal de internet y la estación de radio. Los coránicos secuestraron cuatro policías durante 24 horas tras la detención de varios compañeros. También retuvieron a varias mujeres chinas acusadas de regentar un prostíbulo, al parecer una clínica de acupuntura, atacaron a los vendedores de música occidental e hicieron campaña contra Musharraf. Choques el 3 de julio con la policía, que a su entender preparaba el asalto contra la mezquita, provocaron el toque de queda y comenzó la sangrienta intervención del ejército. Hasta ahora se registraron decenas de muertos y centenares de heridos.La rebelión de los hermanos Abdul puede considerarse a primera vista como una operación suicida destinada al fracaso. Y, en parte, así es. Pero el islamismo forma parte de la conciencia de millones de paquistaníes, en su mayoría de confesión suní. Ha penetrado las instituciones, entre ellas el ejército, así como otros sectores de la Administración. La caída de la dictadura de Musharraf podría llevar al poder a figuras aliadas de los radicales. Algunos analistas sostienen que el desplante de la Mezquita Roja representa un paso premeditado por sectores de la oposición para forzar el derrocamiento del presidente. En todo caso, las consecuencias de esta decisión gubernamental (acabar con Lal Majad como centro de agitación religiosa y política) aparecen como imprevisibles. Los intentos estadounidenses por encontrar alguna transición capaz de sustituir pacíficamente a Musharraf por otro presidente, menos quemado pero plegado a sus intereses, suenan hoy a misión imposible. Creo.

Rafael Morales