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Moralia

Federico Utrera / Federico Utrera

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Entonces, el que llegaría a alcalde y senador del PSOE tenía sólo 9 años, pero ya oía la “mucha parlería, alguna escandalizada, natural en tiempos tan pacatos, y no poca con guiño picaresco” hacia una mujer que era “esposa sin vínculo” de Ramón Gómez de la Serna. Me imagino el escándalo. La familia literaria del entonces diario “Ecos” exhibía a Colombine por las calles de Las Palmas para provocar. Ella dio conferencias, asistió a actos y acudió a la Catedral, donde un malhumorado sacerdote la expulsó del templo cuando iba a visitar la hermosa Sala Capitular: “Ni aunque venga con el Nuncio doy la llave. Que se vaya esa señora a predicar al teatro”.

Ochenta años después me ocurrió algo parecido. En mi biografía sobre esta periodista ?que decliné presentar en Las Palmas para acudir a Moya como modesto homenaje a su amigo poeta? incluí por vez primera ?y hasta ahora última? el más extenso epistolario que se ha publicado nunca sobre Carmen de Burgos: Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Cansinos-Asséns, Julio Antonio, Alonso Quesada, etc... El libro lo presentaron sólo mujeres, de todos los partidos y todos los media ?mi admirada Lola Campos-Herrero estaba a mi lado? entre ellas una joven y discreta lectora, sagaz amante de los libros y que entonces se daba a conocer en las filas del socialismo grancanario. Se llamaba Luz Caballero. Por el PP, fíjense la casualidad, acudió Nardy Barrios.

Pero lo más curioso es que cuando escribía mi libro quise añadir en el epistolario al gran escritor canario del siglo XX y todo fueron obstáculos, problemas y negativas por parte de otras mujeres ?de cuyo nombre no quiero acordarme? que se convirtieron en émulas de aquel agrio capellán que echó a Colombine y que impedían estudiar su legado público. Así, una de esas funcionarias ?cuyo talento nunca alcanzará a su retribución? me dijo que las cartas de este escritor con Carmen de Burgos eran inaccesibles porque “las voy a publicar yo” ?argumento muy persuasivo? y apuntalaba su celo alegando unas interminables obras en su archivo que impedían la investigación ?y prolongaban su holganza?. Finalmente obtuve las cartas ?con picarescos procedimientos de un buen amigo beneficiados por la diosa fortuna, que algún día desvelaré? y las publiqué. Ganó el PP las elecciones, las funcionarias elevaron aún más su rango y su salario ?alguna llegó incluso a engrosar sus listas electorales? pero cuando por sus continuos desaciertos y yerros perdieron los comicios, una de ellas se procuró antes de salir del cargo un jugoso contrato literario con la administración que forzosamente abandonaba. Ver para creer. Moraleja: menos inmoralidades y más moralia: Si Doreste levantara la cabeza...

Federico Utrera

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