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Mujeres periodistas en España

Federico Utrera / Federico Utrera

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Prologado por Margarita Riviére, que deja claro que en el periodismo hay “extraordinarias excepciones de hombres periodistas que confían en sus colegas mujeres”, el libro incluye -entre todo un amplio elenco de féminas- a la presentadora del programa Corazón, Corazón, que define como un “programa serio” que intenta seguir por la senda de las revistas rosas. Cuenta su periplo desde Canarias hasta el telediario nacional y su aterrizaje en Corazón, Corazón, el primer programa del cuore emitido en España (1993), idea de Ramón Colom, que quiso hacer un ¡Hola! televisado. La periodista reconoce que de aquellos polvos vinieron estos lodos porque tras el boom inicial surgieron los copistas, y ellos heredaron también los defectos, aunque elevados a la enésima potencia. También en su momento aquel programa llamado Tómbola fue innovador (tertulias sobre el corazón de los famosos en las que intervenía incluso el escritor Pérez Reverte, lo cual no extraña del todo), pero esto ha devenido en la chabacanería y ramplonería ambiental que caracteriza a España en comparación con el resto del mundo por su exagerada puesta en escena y sus abultadas -aunque ya menguantes y desacreditadas- audiencias.

Cristina García Ramos realiza tal gruesa crítica a los programas de telebasura que la suscribiría su marido, el no menos célebre periodista Diego Carcedo: confusión permanente entre opinión e información; escasa fiabilidad y contraste -“si decimos que tiene novio, que lo tenga, y si decimos que se separa, que se separe”-... Ahora el panorama, según sus palabras, es “aterrador” y “una locura”: “Hemos casado a todo el país y en algunos casos, descasado y vuelto a casar”; en algunos actos “hay más cámaras que invitados”; se ha perdido el respeto; los famosos están “cansados y quemados” y se pagan las exclusivas, aspecto crematístico que insulta al periodista que se toma este oficio con cierta honradez. Bienvenida sea la frivolidad, el glamour y cierta clase con la que conviene aderezar la adustez, lo sesudo y el siempre plomizo pensamiento e intelectualidad, pero hasta en eso, lindando con el buen gusto, hay grados y líneas rojas. Y este libro ayudará a mujeres y hombres periodistas a no sobrepasarlas nunca.

Federico Utrera

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