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Muñecas de cartón piedra

Antonio Morales / Antonio Morales

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En los últimos años, España ha puesto en marcha desde los ayuntamientos, autonomías y el propio Gobierno central todo un entramado de centros, institutos y leyes, hasta culminar en la creación de un ministerio, encaminado a hacer visible una política real de ruptura con discriminaciones negativas para la mujer.

Sin embargo, la lucha diaria contra la violencia de género, la homologación de los salarios, la conciliación de la vida familiar, la paridad en la política y en otros campos de la sociedad, parecen dar un paso atrás, profundamente negativo, cuando constatamos hechos como los vividos estos días en torno a la visita a España de Nicolás Sarkozy y Carla Bruni.

Desde hace varias semanas muchos medios de comunicación comenzaron a montar una auténtica farsa tras el anuncio de la reunión al más alto nivel de Francia y España. Desde la mayor de las banalidades y las frivolidades, se empieza a hacer girar el encuentro político alrededor de dos mujeres, Carla Bruni y Letizia Ortiz, y su supuesto glamour, como si se tratara de un duelo de dos altos estadistas dispuestos a confrontar ideas. Detrás, siempre muy detrás, el encuentro de Sarkozy y Zapatero.

Pero lo que parecía una boutade, de lo más superficial, de los mass media, fue calando en gran parte de la ciudadanía -que sucumbió alelada a la comedia- y siguió, embobada, cada uno de los pasos de la visitante, exmodelo y excantante y hoy primera dama francesa y su encuentro con la experiodista y hoy princesa española.

Y como en un cuento de hadas o de Corín Tellado, se hizo realidad la bobería simplona del encuentro y su parafernalia. La práctica totalidad de los medios de comunicación, incluyendo los telediarios de la primera cadena de TVE, no hicieron otra cosa que incidir de manera espectacular en la utilización vergonzosa -aunque aceptada con indudable beneplácito por ellas- de estas dos mujeres como escaparate de la peor expresión del florero de postín. Muñecas, de cartón piedra, como canta Serrat. ¡Que triste!

Así, nos enteramos de que la Bruni se puso un ligero tacón, eso sí de un tal Louboutin, para no perder altura ante la Ortiz y que una vistió de Dior y Azzedine Alaia y la otra de Felipe Varela y que las dos saben utilizar perfectamente las defensas de la retaguardia ?no parece claro que todo fuera natural como apuntan algunos- como se encargaron de resaltar la mayoría de los periódicos (les aseguro que no lo he leído todavía en ninguna revista del corazón) que por cierto nos trasladaron la información a medias, al no informarnos de los diseñadores de los trajes que vistieron los dos líderes.

Mientras, la masa, que posiblemente jamás escuchó una canción, ni sabía que cantaba, de esta artista de culto, coreaba enfervorizada: ¡Carla, te quiero! Y algunas editoriales se han apresurado a imprimir sendos libros hagiográficos sobre la susodicha.

Y al tiempo que este circo sucedía, en la trastienda se tramaban asuntos de especial importancia para el conjunto del Estado, sin que el común de los ciudadanos se enterara o se interesara.

Por eso pasó desapercibido que la diferencia de la balanza comercial entre Francia y España es de casi nueve mil millones de euros a favor de la primera y que uno de los temas claves de la reunión es el del endurecimiento ? al más puro estilo sarkozyano- del trato al inmigrante.

Desde luego, tampoco pareció importarle mucho al españolito medio lo que se cuece en los acuerdos para luchar contra el terrorismo, la persecución de las mafias internacionales, la crisis económica y financiera, la futura presidencia española de la UE, la política europea de seguridad y defensa, las conexiones energéticas, la red de carreteras o la alta velocidad para una mejor comunicación con el país vecino y con el resto de Europa, y otros asuntos incluidos en la agenda de los dos mandatarios.

¡Qué va, lo importante eran Carla y Leticia, sus modelitos, su calzado y sus traseros! ¡Como para sentirnos orgullosos!

Qué razón tenía María Zambrano cuando decía que “la democracia es una sociedad en la que ser persona no sólo es posible sino exigible”.

(*) Antonio Morales Méndez es alcalde de Agüimes. Antonio Morales *

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