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Nacimiento de Coalición Canaria (y II)

Juan García Luján / Juan García Luján

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Así comenzaron los besitos en la frente, en la cara, los manoseos y finalmente los buenos polvos. Los polvos fueron en diferentes hoteles de Tenerife y Gran Canaria. Hoteles de varias estrellas (¡nunca de 7 estrellas, que eso vino después!). Yo estuve en el hotel Iberia en Las Palmas de Gran Canaria. Fue en La Gran Suite, también conocida como la suite de Paredes. Un lugar estupendo para montar una bueno orgía: entras y ves un pequeño hall, subes unas escaleras que dan a un salón grande, con una gigantesca mesa de redonda de reuniones, a su lado había un sofá, luego el vestidor con el cuarto y dormitorio. La cama de matrimonio tenía un cabecero precioso, labrado en plan antiguo, como esa cama no había ninguna en las 297 habitaciones del hotel. En la Gran Suite vivió durante varios años a principios de los noventa el antiguo legionario Martín Paredes. Allí antiguos enemigos íntimos como Olarte, Mauricio y Hermoso enterraron viejos odios para presentarse en sociedad como felices padres de una nueva criatura.

Después de la orgía, donde se desnudaban, se besaban y, sobre todo, se cambiaban de chaqueta, llegó el momento de la prueba del embarazo. Si fecundaba el óvulo de la censura se daría el primer paso para dar vida a la criatura. El penúltimo día de marzo de 1993 acudieron al Parlamento al pleno de la moción de censura a Saavedra. En la primera sesión Manuel Hermoso subió a la tribuna a explicar porqué censuraba a un gobierno del que formaba parte. Mientras unos aplaudían a Hermoso, Martín Paredes contaba los diputados: uno, dos, tres, cuatro? treinta?Y volvió a contarlos: uno, dos, tres?, veintinueve, treinta?Faltaba uno. Honorio García Bravo no estaba en el Parlamento. Tampoco estaba en Yaiza, ni en Lanzarote. Se decía en los pasillos que Saavedra y los socialistas habían hecho cosas feas para que Honorio desapareciera, le prometieron perdones a sus fechorías si no votaba la censura. Pero Martín Paredes pudo demostrar que es difícil competir en cosas feas con un viejo legionario. Su servicio de desatascos de cloacas localizó al parlamentario 31 en la calle San Francisco de Sales de Madrid, en el hotel Minadanao. Hasta allí mandó Paredes a dos gorilas. Honorio abrió la puerta de su habitación pensando que le traían un café. Los gorilas le pegaron un par de piñas y le explicaron que un antiguo legionario les había encargado que lo llevaran a Tenerife. Así llegó el político lanzaroteño con el ojo hinchado al Parlamento. Un servidor le preguntó con el micrófono de Onda Cero: “¿oiga, usted estaba en Madrid para no votar la censura?” Y Honorio me respondió “no, yo fui a ver a mi oculista”. Que mal le dejó el ojo el oculista, pensé.

Se votó la censura y Manuel Hermoso salió presidente del gobierno. El Diario de Avisos tituló “abril amaneció Hermoso”. Desde los estudios de Teide Radio mandé una crónica a Onda Cero en Madrid. La productora de Manuel Antonio Rico me dijo que tenía que entrar en la tertulia, para explicarles a los oyentes por qué un vicepresidente de un gobierno se censura a sí mismo, y se convierte en el primer presidente nacionalista de la historia de las islas. Acepté el reto. Después me fui a la avenida de Anaga. Los insularistas invitaban a las copas a los periodistas, pensaban que con tres cervezas nos íbamos a creer que eran nacionalistas. Los más indiscretos nos hablaban de lo bueno que eran los gorilas que contrató Martín Paredes.

Cuento la historia porque creo que es bueno que las generaciones actuales conozcan el origen de esta criaturita llamada Coalición Canaria cuyos papás manejan desde hace 20 años los dineros públicos de las islas. Así eran los padres, ahora vienen los hijos, esos jóvenes que levantarán la bandera de las siete estrellas verdes en el congreso del partido este fin de semana. Es cierto que a estos jóvenes no se les puede acusar del pecado de algunos de sus papás, de haber pasado de procuradores franquistas a tener el monopolio institucional de la defensa de la patria canaria. La prueba de fuego para estos políticos que dicen defender Canarias será cuando les toque defender a la patria isleña desde la calle y no desde los despachos oficiales, cuando les toque mezclarse con “nuestra gente” y no gobernar contra ella enterrando iniciativas legislativas populares y aliándose con el nacionalismo español más rancio, cuando demuestren que tienen ideas y no intereses, que no son el capitalismo cementero que cree que defender la nación canaria es gobernar al dictado de constructores y hoteleros de lunes a viernes y el fin de semana acudir a las romerías con cachorro y manta esperancera. Si se produce el milagro de que a partir de este fin de semana cambia realmente la dirección de Coalición Canaria, a los que manden a partir de ahora no debemos exigirles que paguen el pufo de varios millones de pesetas que Martín Paredes dejó de pagar al hotel donde montaban las orgías que provocaron el feliz embarazo. Lo que sí deben demostrar es que están dispuestos a superar el pecado original de sus papás, que están dispuestos a trabajar para ganar la confianza ciudadana, para llegar al poder sin tener que usar los servicios de cloacas de un viejo legionario.

Juan García Luján

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