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La Palma, un ejemplo de política hidráulica insostenible

Eustaquio Villalba Moreno / Eustaquio Villalba Moreno

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La Agrupación Palmera Independiente (API) lleva tres legislaturas controlando la Consejería de Obras Públicas y el Consejo Insular de Aguas, tiempo suficiente para poder analizar los que han hecho en La Palma, lo que hacen y lo que tiene previsto para los próximos años. El proyecto de un túnel de trasvase es un ejemplo perfecto para ilustrar los criterios por los que se han guiado estos responsables públicos. Esta obra fue solicitada por los Hacendados de Argual y Tazacorte para beneficiarse de los caudales de las galerías de la vertiente oriental, muchos de ellos son accionistas de estas comunidades de aguas. Manuel Hermoso, presidente en aquellos años de la Comunidad autónoma aprobó esta obra que no figuraba entre las directrices del Plan Hidrológico insular ni entre las obras prioritarias en aquel momento para el resto de las islas.

El proyecto del túnel entre las Breñas y Los Llanos partía del supuesto de atravesar una zona sin agua subterránea y por tanto con el declive hacia la vertiente occidental para que el agua circulara por gravedad. Afortunadamente, el director de la obra cambió el proyecto inicial y propuso excavar simultáneamente desde las dos vertientes con el declive hacia las respectivas bocaminas. Y, lo que iba a ser un túnel de trasvase, se convirtió en dos galerías con cuantiosos caudales, tanto que hizo imposible continuar la perforación y la hizo económicamente inútil. La explicación hidrológica de este hecho la dio el geólogo José Manuel Navarro, miembro del equipo redactor del Plan Hidrológico de la Isla dirigido por el ingeniero de la Consejería de Obras Públicas, Carlos Soler, el mismo que dirigió, hasta su cese, las obras del trasvase y responsable del cambio hecho en el proyecto. Sin quererlo sus promotores, el inacabado trasvase se transformó en la mejor obra hidráulica de La Palma y ha dejado en evidencia algunas cuestiones. Por ejemplo, aunque la obra no se terminó (se perforaron 5 de los 10 km presupuestados) la empresa cobró, incluyendo las acostumbradas ampliaciones de presupuesto, como si la hubiese hecho totalmente. Esta misma empresa es la que construyó la Laguna de barlovento que se llenó una sola vez en veinte años y se rompió y la misma que colocó una lámina para evitar las fugas del canal Barlovento Fuencaliente y que tres años después de colocada se había degradado desapareciendo en muchos tramos. También resulta llamativo (y desde luego poco presentable) que el representante de esta empresa sea el marido de la gerente del Consejo Insular de Aguas y “perjudicados” los que promovieron la obra, pues lo que llega al Valle no es el caudal de “sus” galerías en el barlovento de la Isla, sino el agua pública procedente del inconcluso trasvase.

Si con la obra del trasvase les sonó la flauta, con la política actual es una posibilidad que no se podrá repetir con las obras programadas en la Isla. Afortunadamente, por fin han abandonado la idea de construir una presa en Dos Aguas y un embalse en La Viña para aprovechamiento de las esporádicas escorrentías del Barranco de Las Angustias. Pero, en su lugar, proponen la construcción de un tomadero que las desvíe a través de un largo túnel hacia la balsa del Vicario. No es una propuesta novedosa, Las Haciendas han construido cuatro, pero el comportamiento torrencial del barranco y la enorme cantidad de acarreos les ha obligado a abandonar tres. Si se tienen en cuenta los costes de presas o embalses en el barranco de Las Angustias, el riesgo de catástrofes aguas abajo, el impacto ambiental que ocasionan y lo poco que aportarían al conjunto de los recursos hídricos, está claro que estos proyectos serán un despilfarro del dinero público y un fracaso como infraestructura hidráulica. Dejar correr el barrancos implica permitir la limpieza y el funcionamiento natural de la cuenca, se llevaría los acarreos que de otra manera quedarían retenidos por los tomaderos, presas o embalses situados en el cauce y mantendría el equilibrio de la actual línea de costa en su desembocadura. Cualquier actuación en el barranco de Las Angustias puede repercutir en el puerto de Tazacorte.

La decisión del tomadero, además de los problemas de accesibilidad en un territorio tan agreste, tendría un impacto ambiental enorme desde el mismo momento de iniciar su ejecución. Además, según la ley de Aguas de Canarias, toda el agua que se capte por encima de la Hacienda del Cura, aunque la obra sea financiada con el presupuesto público, es propiedad de Las Haciendas al ser ellos los dueños del terreno de la cuenca hidrográfica de La Caldera. Es decir, en el hipotético caso de que fuera un éxito, los que se habría conseguido con el dinero público es aumentar los beneficios privados de los hacendados.

Un tomadero sería inútil si no viene acompañado de otras dos obras, una conducción para transportar el agua desviada y un lugar donde almacenar las infrecuentes escorrentías. Por ello está previsto la construcción de una balsa, la del Vicario, con capacidad para más de tres millones de pipas. Esta gran capacidad de almacenamiento se justifica porque serviría para regular los caudales procedentes de las galerías de Tijarafe, donde se extraen cuatro millones de pipas al año, y las de Garafía con seis millones de pipas, pero resulta excesivo disponer de una balsa tan grande a no ser que se desaprovechen actualmente un 30% de estos caudales. Aunque esto fuera así, que no lo es, resultaría mucho más barato y eficiente poner tranques en esta galerías para regular el flujo en función de la demanda y así utilizar el acuífero como depósito y no hay necesidad de construir otro.

El almacenamiento de las aguas captadas en por el tomadero es otra de las razones que esgrimen los gobernantes palmeros para justificar las dimensiones de la balsa y para ello tendrán que excavar un túnel de enlace de más tres kilómetros, con las dificultades y el costo que tendría una obra de esa magnitud Además, habrá que hacer frente al enorme gasto que implicaría intentar mantener operativa la obra de captación, sería enterrar grandes sumas en el vano intento de modificar la naturaleza del Barranco de Las Angustias.

El Avance del Plan Hidrológico de La Palma dejó claro que la Isla puede satisfacer la demanda de agua con sus recursos subterráneos, las escorrentías solo aportarían un porcentaje mínimo que no justifican los gastos en estas obras ni su impacto en la naturaleza. Si todo esto se sabe desde hace tiempo ¿porqué los responsables de la política hidráulica mantienen este despropósito? Para contestar a esta pregunta solo hay que averiguar a quienes benefician estas decisiones de los políticos de API.

* Geógrafo

Eustaquio Villalba Moreno*

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