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Pepe y Nico: dos periodistas contaminados

Juan García Luján / Juan García Luján

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A Pepe le hablas de Miss Gambia y no piensa en una hermosa negra que ganó un concurso de belleza en Banjul. No, dices Miss Gambia y Pepe te habla de un barco que interceptó la Armada española en aguas internacionales cuando se dirigía a el Hierro, y que, como comprobaron que el barco no llevaba pescado cogido por piratas para ser consumido en los comedores europeos, sino negros que querían trabajar en Europa porque en sus países no tenían derecho al pescado que iba en otro barco, pues entonces al Miss Gambia se le puso el STOP en las aguas internacionales y, en contra de la ley, se les obligó a dar marcha atrás. En un principio- cuenta Pepe- se había dicho que el barco llevaba 500 personas a bordo. Dos meses después el mismo barco apareció en el puerto de Cádiz con 250 personas. No sabemos si contaron mal la primera vez o si 250 fueron devorados por los tiburones cuando el barco huía de la patrullera militar española. Y Pepe va y te cuenta eso en una crónica en La Provincia y te jode el desayuno. Y toma partido por los nadie de la tierra, en lugar de defender la política de nuestros gobiernos, el de la Moncloa y el ultraperiférico, con sus presidentes que se sienten tan cerca del Rey y tan lejos de los africanos.

A Nico le nombras el Marine, y no piensa en esos grandes hombres que Bush envía a repartir democracia por el mundo, con sus bombas de racimo y sus satélites inteligentes, capaces de reventar los cuerpos de unos novios iraquíes y de los invitados a su boda en nombre de la lucha contra el terrorismo (con las risas de Mr. Ansar de fondo, por supuesto). Si dices Marine entonces Nicolás piensa en un barco con casi 400 inmigrantes asiáticos interceptados por la Marina española y desviados a Mauritania. Y Nico se va allí unos meses después para recordar que 23 personas seguían en tierra de nadie, comiendo un bocadillo al día en una nave de pescado, que se estaban volviendo locos porque nadie los quería, ni el gobierno mauritano, ni el español, ni, por supuesto, el gobierno canario que aplaudió la decisión de convertir a la Armada española en un muro de la vergüenza en medio del mar.

En sus crónicas Pepe y Nico no hablan de avalancha, ni de invasión, sino que le ponen nombre a esa gente. Así conocimos que Fatiha parió en una patera o que Malik Gueye quería trabajar, y el loco de Nico le consiguió curro en Cataluña . Y además de ponerles nombres se ponen en plan tiquismiquis y asumen como propio un código ético propuesto hace 6 años por el Foro Canario de la Inmigración para no criminalizar a los inmigrantes. Sí, ese código que han violado todos los dirigentes de los principales partidos. Un código pisoteado también por el defensor de los burgueses (perdón, quise decir del Pueblo) Manuel Alcaide y casi todos los medios de comunicación.

Una vez un crítico literario acusó a Mario Benedetti de que sus versos estaban contaminados por la política y que no era neutral. El escritor uruguayo le respondió con un poema titulado Soy un caso perdido que decia, entre otras cosas : “creo que tiene razón/soy parcial /de esto no cabe duda/ más aún yo diría que un parcial irrescatable/ caso perdido en fin/ ya que por más esfuerzos que haga/ nunca podré llegar a ser neutral”.Creo que Pepe y Nico padecen la misma enfermedad que Benedetti. Se han contaminado. Bueno, en realidad los han contaminado todos esos negros y moros que les han contado sus historias.

Cuando han ido a Mauritania, a Senegal o a Marruecos, Pepe y Nico en lugar de quedarse pegaditos al culo de los miembros de las delegaciones oficiales, para cantar las excelencias de los acuerdos entre los ricos del lugar y nuestros políticos y empresarios (perdón por la redundancia), estos dos casos perdidos se han alejado de la sala de reunión y del aire acondicionado y se han marchado a un barrio de Nuadibú o a la periferia de Saint- Louis. Allí, bajo un sol de 45 grados, se han puesto a escuchar a los desesperados de la tierra. Y con traductor o sin traductor los han entendido. Y luego nos han contado las historia de esta gente. Y nos han desmontado el discurso oficial sobre esos peligrosos invasores. Y han convertido a ese colectivo peligroso y culpable de cómo está nuestra sanidad, nuestra educación y nuestra gente, lo han convertido en un colectivo en peligro, que intentan salir del genocidio que se vive en África, donde el ser humano está en peligro de extinción y los pozos petrolíferos en situación de extracción.

Por eso quiero hacer una llamada a ese jurado . Cuidadito con darles el Premio Derechos Humanos a estos dos casos perdidos, porque se van a crecer y van a seguir con su espantosa parcialidad a cuestas, y como la gente les crea, Paulino y Soria (que tan sabiamiente nos han alertado del peligro de la invasión de los negros) seguirán suspendiendo en las encuestas, mientras ustedes, señores del jurado, se dedican a premiar a estos dos casos perdidos del periodismo canario.

Juan García Luján

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