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Petróleo a 100 dólares

Juan Jesús Bermúdez / Juan Jesús Bermúdez

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La creciente crisis energética de oferta que estamos viviendo, y que está afectando ya de forma importante a muchos países con problemas de suministro de crudo, tiene en sus orígenes el hecho de que, como dice Mattew Simmons, de Simmons & Company International, no existen suficientes inventarios de oferta para atender la demanda mundial, y esta situación se convierte en crónica, porque importantes zonas productoras del mundo están en declive, y ese declive no está siendo compensado por los nuevos y escasos pozos petroleros descubiertos en los últimos años. Veremos el agravamiento de este escenario en los próximos años, como incluso ha reconocido la Agencia Internacional de la Energía, que advertía recientemente, literalmente, de “escasez de petróleo”, en la perspectiva del 2012.

Importantes geólogos, físicos, ecólogos, economistas y expertos del mundo del petróleo y el gas, en respectivas conferencias internacionales realizadas recientemente en Cork (Irlanda) y Houston (EE.UU.) han vuelto a recordar al Mundo que hemos entrado, por límites de disponibilidad natural de los recursos, en la era histórica de la creciente escasez de combustible, en contraste con las décadas de energía barata que nos han presidido. Como se ha destacado, el crudo es el vehículo de nuestra actividad económica, por lo que un descenso en sus flujos internacionales conllevará un descenso correlativo del producto de la economía mundial, tal y como ha ocurrido en el último siglo, y en la historia de las civilizaciones (Joseph Tainter, The Collapse of complex Societies; William Catton, Overshoot,). La contracción económica es la consecuencia lógica del declive natural de un recurso finito y de las escasas posibilidades de extraer más de 85 millones de barriles de petróleo al día (el mundo consume 1.000 barriles de petróleo al segundo, como titula su libro Peter Tertzakian, el economista y autor de un libro del mismo título), o 90-91 millones, si incluimos los condensados del petróleo y los líquidos del gas natural. La forma que tienen hoy los mercados de regular este creciente desfase entre oferta y demanda es a través de precios cada vez más altos, y no en vano, desde el año 2004 el precio del barril prácticamente ha subido un 300%, y ya está a las puertas de su record histórico, con la inflación anual ajustada. Precisamente, dado el carácter básico del crudo, y la ausencia de sustitutos en gran parte de su escala actual para la inmensa mayoría de sus usos, veremos inflación constante de los precios, entre ellos los alimentarios, y de todas las materias primas (extracción de minerales, básicos para los procesos industriales), así como la devaluación correspondiente de la moneda y del valor de la economía no imprescindible para llegar a fin de mes. Se recordó en Houston que una crisis económica, y el correspondiente descenso de la demanda, no necesariamente tiene que conllevar una bajada de los precios, dado que existen importantes economías emergentes hoy que no tienen los graves problemas de endeudamiento que padecen las sociedades americana y europea y, concretamente, la española, y registran crecimientos importantes de las tasas de consumo.

La reacción de las sociedades y sus dirigentes, se dijo también en esas Conferencias, vendrá dada, lamentablemente, no por la anticipación más o menos urgente a los problemas, sino cuando se produzcan los primeros golpes graves, tanto en la tambaleante principal economía del mundo, como en los diferentes schoks petroleros y geopolíticos en los que se adentra el Mundo con el declive energético global. Sería muy recomendable que las diferentes instituciones locales, regionales y nacionales desempolvaran, con la necesaria antelación, el manual de la Agencia Internacional de la Energía, Saving Electricity in a Hurry, accesible en internet, y preparado para situaciones de emergencia por interrupción del suministro de crudo porque, como se ha advertido reiteradamente, la extrema vulnerabilidad del suministro podría conllevar importantes y precipitados problemas sociales, amen de la depresión económica en la que las economías más vulnerables por su dependencia energética se adentrarán en un plazo que algunos estiman breve. Juan Jesús Bermúdez

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