El primo sinvergüenza

30 de julio de 2021 12:34 h

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El director general de Dependencia y Discapacidad del Gobierno de Canarias llamó el otro día sinvergüenza a la diputada Vidina Espino, que se presentó por Ciudadanos y sigue en el Parlamento después de anunciar que dejaba el partido con el que ganó el escaño.

Espino sigue con las retribuciones y los privilegios que le otorga su cargo, aunque ahora vaya por libre. No sé si es correcto llamar sinvergüenza a una tránsfuga o si el chaqueterismo podría ser sinónimo de sinvergonzonería. 

En caso afirmativo no sería ningún insulto lo que le propinó por Twitter Miguel Montero a Vidina Espino. Si concluimos lo contrario, entonces no sería correcto. Aquí cada uno debe tachar lo que no proceda o lo que crea improcedente. 

Seguro que si le preguntamos a Vidina Espino dirá que ella no se considera tránsfuga porque el que ha cambiado ha sido el partido y no ella, pero si la pregunta se la hacemos a Ciudadanos sus dirigentes dirán todo lo contrario: que la diputada abandonó el partido que la proyectó al Parlamento de Canarias y ahora le ha cogido el gustillo al cargo y prefiere seguir sentada en el hemiciclo cobrando por ello lo que el partido cree que le correspondería a su sustituto en la lista de Ciudadanos. 

Estas cosas de la política canaria son a veces inescrutables aunque también son extrapolables a otras instituciones democráticas. En eso no somos únicos ni singulares. 

El Tribunal Superior de Justicia de Canarias acaba de rechazar de nuevo una medida adoptada por el gobierno autónomo por la COVID. Primero fue el toque de queda, que posteriormente ratificó el Tribunal Supremo, y ayer fue el pasaporte COVID para poder entrar en los establecimientos de hostelería. 

Los restauradores tinerfeños recurrieron la medida del Gobierno canario y ahora el tribunal les ha dado la razón. Muchos clientes cuestionaban que el dueño de un bar pudiera impedirles la entrada al mismo sin ser ninguna autoridad en materia sanitaria ni siquiera tener un cargo gubernativo o ser policía.

Curiosamente la ministra de Sanidad también creía que esta medida era ilegal antes de que se pronunciara el tribunal. No deja de ser llamativo que Carolina Darias sea correligionaria y paisana de Ángel Víctor Torres y que además fuera consejera de Economía de su gobierno antes de dar el salto a Madrid para incorporarse al de Pedro Sánchez. 

Todo esto demuestra que cada uno tiene su propio criterio y opinión aunque sea afín ideológicamente a otros. Es evidente que no todos los socialistas piensan igual; solo tenemos que remontarnos a las rivalidades entre Susana Díaz y Pedro Sánchez.

Si eso es así tampoco nos debe extrañar que cada magistrado interprete la ley a su manera según su propia creencia. Pensar distinto es algo natural, democrático y plural. Eso pasa hasta en las mejores familias. Desde la familia real hasta la mafia siciliana. En todas las familias hay hermanos pero sobre todo mucho primo suelto. 

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