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Prueba y error

José Miguel González Hernández

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Se suele decir, no con poca sorna, que la economía predice el pasado. Y lo predice porque modeliza un comportamiento a posteriori explicando por qué no se dio lo que se había dicho que se iba a dar. Independientemente de ser sospechoso de defender al gremio, hay que salir a la palestra para decir una serie de cosas. La primera, que no les falta verdad cuando se reexplica la situación. Ahora bien, cuando se afirman de forma (ya sea taxativa o con cierto carácter probabilístico) que algo va a ocurrir si se toman determinadas decisiones, originas cambios en el comportamiento de los diferentes agentes que hacen que ya cambie el pronóstico. En otras palabras, si crees que tienes información suficiente para decir que algo pernicioso va a suceder, aquellos que lo crean o que se verán impactados, terminarán por llevar a cabo acciones que limiten su impacto. O, por el contrario, si el escenario es positivo, haremos lo posible por obtener más rédito de esa situación de presumible beneficio.

Y para muestra un botón. Hablemos del ahorro. Actualmente, las noticias que sobrevuelan sobre nuestras cabezas es que estamos en un proceso de reajuste del ciclo económico: cierto. Ahora mismo, el consumo privado no evoluciona y la tasa de crecimiento del Producto Interior Bruto cae. Y con ella, el empleo, claro está. Pero ojo, que caiga no significa que sea negativa. Es positiva, pero menor. Esa ha sido una de las razones por las que se ha incrementado el ahorro. Pero el denominado ahorro precaucional. ¿Y eso que significa? Que, por si acaso, guardo unas perritas. Y además las guardo en lugares con poco riesgo. Es decir, los anuncios retraen aún más las decisiones de consumo y, por lo tanto, las carteras de pedidos de las empresas, desacelerando el ciclo inversión-empleo-consumo-inversión…

Es cierto que se trata de una simplificación excesiva de la realidad, pero nos vale para cuando queramos apretar el botón del pánico. Una vez activado, hay que planificar debidamente diferentes acciones con el objeto de resarcir la situación anterior por lo que hay que elucubrar la metodología para producir lo que queremos generar, para hacer valer nuestra visión sobre las cosas, para personificar la advertencia en realidad dando por bueno la tan usada y consabida frase “te lo dije”. Y ahí aparece la eliminación de la incertidumbre sobre la base de la credulidad.

Eso no significa que haya errores. Ni mucho menos. Uno de los axiomas en los que basa una ciencia social como es la economía es que la información es simétrica, libre de costes y absoluta. Nada más lejos de la realidad. Pero es que, o haces pruebas de laboratorio, o terminas por no hacer nada. Porque debes plantear experimentos para ver la reacción de los comportamientos. En definitiva, si no pruebas, no aprendes.

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