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Qatar: ¿Fútbol sangriento? ¿La FIFA reconoce los derechos humanos?
La empresa de la cerveza Budweiser, patrocinadora de la Copa del Mundo en Qatar, publicó un comentario molesto por la prohibición del gobierno de Qatar de prohibir la venta de bebidas alcohólicas en los alrededores de los estadios.
La ausencia de alcohol ha sido más sonada que la ausencia de Derechos Humanos en Qatar.
La FIFA aseguró en un comunicado que, pese a todo (la ausencia de bebidas alcohólicas), se grantiza “una experiencia divertida, respetuosa y agradable para todos los fans ”y agradece al la empresa de la cerveza Budweiser su “comprensión ”. La empresa explicó que en Qatar las circunstancias están fuera de su control. La prohibición fue ordenada dos días antes del primer partido del domingo.
A los que no creemos en la religión universal llamada fútbol esa declaración Fifesca no nos afecta.
Qatar es uno de los países más urbanizados del mundo, el 99% de su población vive en ciudades, pese a que antes del siglo XIX eran en su mayoría beduinos nómadas o pescadores. El territorio ha estado poblado desde hace casi seis siglos y su condición de península, en pleno Mar Arábigo, lo convirtió un puesto naval y comercial clave para la región.
El gobierno qatarí destaca y se vanagloria de que la península ya aparecía en el llamado Mapa de Arabia del geógrafo griego Ptolomeo, quien vivió en el segundo siglo de nuestra era cristiana, con el nombre de Qatra, que sería una referencia a la ciudad de Zubara, uno de los puertos comerciales más importantes del Golfo. Otras fuentes históricas mencionan que el nombre Qatar se remonta al 50 dC cuando el escritor romano Plinio el Viejo habló de los habitantes de la región como “catharrei”.
La ubicación estratégica de este territorio en el Golfo Pérsico (también conocido como Golfo Arábigo) lo llevó a tener un papel fundamental en la preparación de las flotas navales que transportarían a los ejércitos musulmanes durante la expansión militar y religiosa del Islam que comenzó hacia el siglo VII.
Año 2022. Se inicia el Mundial en Qatar. El encuentro futobolístico más grande del deporte tiene partes oscuras. Patadas gubernativas nada futbolísticas a los Derechos humanos, represión política a los intentos de organizar sindicatos, falta de derechos de las mujeres y corrupción hacen que la cita mundialista aparezca manchada de sangre e injusticias.
Todo comenzó cuando Joseph Blatter, entonces presidente de la FIFA, mostrando un papel en 2010 anunciaba a Qatar como sede de la Copa Mundial de fútbol de 2022. La sorpresa dejó con la boca abierta a los comentaristas de fútbol, y esas bocas no han acabado de cerrarse ante las cosas que han ido apareciendo en el historial de tal país. Qatar no tiene tradición futbolística, y sus dos millones y medio de habitantes saben más de camellos y caballos que de fútbol o cuestiones políticas.
“Para mí está claro: Qatar es un error. La elección fue mala”, declaró nada menos que el mismísimo Blatter la semana pasada en una entrevista en un diario suizo. El expresidente de la FIFA dijo que lo más justo para él hubiera sido que Rusia organizara el Mundial del 2018 y que los Estados Unidos lo hicieran el 2022. Era lo que se había pensado desde el inicio, pero la dirección de Michel Platini, entonces presidente de la UEFA, fue la clave para que se desviaran votos a fin de que el país árabe, Qatar, triunfara (¿a base de dólares?) y se quedara con la sede mundial, sin garantizar derechos humanos mínimos.
En los pasados años se han conocido la cantidad de sobornos manejados en las votaciones de la sede para la cita mundialista. El encargado de Qatar entregó coimas superiores a tres millones de dólares repartidas entre unas 30 personas en la FIFA a fin de que su país obtuviera la sede. Según parece la alta política, que no siempre se rebaja, estuvo implicada ya que una semana antes de la elección definitiva Platini se reunió con el entonces presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, con el emir de Qatar y definieron su voto por el país árabe a cambio de favores económicos y militares entre ambos países.
¿Especulaciones? El asunto es que: “Seis meses más tarde, Qatar le compró aviones de combate a Francia por valor de 14,6 millones de dólares. Era, por supuesto, un asunto de dinero”, reveló Blatter, echándole la culpa del cambio de los votos a Platini y a Francia, que convencieron a los demás miembros de la UEFA para elegir a ese país. Aun reconociendo tales jugadas sucias, el expresidente de la FIFA aceptó su responsabilidad, ya que, al fin al cabo, él estaba a cargo de la presidencia.
Ya decidida la sede del Mundial, sin contar con los escándalos de corrupción se fijó la fecha en noviembre para evitar que los jugadores o espectadores cayeran fritos durante los partidos debido a los calores insoportables y mortíferos en algunos casos.
Además, Qatar empezó la construcción de la infraestructura obligada y necesaria para la celebración del campeonato, construcción que partía de cero ya que en Qatar no había tradición ni campos futbolísticos adecuados. Había que construir estadios, pero además, debido a la afluencia de público internacional, carreteras, hospitales, nuevos centros comerciales e incluso, al estilo totalitario de los chinos, una nueva ciudad, Lusail donde se jugará la final.
Un trabajador de Bangladesh ha dicho a un periódico británico: “Los supervisores nos pegaban frente a otros trabajadores para presionarnos y para que trabajáramos más rápido. Se podía denunciar, pero no pasaba nada porque los que lo hacían eran nuestros supervisores”, cuenta un trabajador migrante de Kenia empleado para edificar el Estadio de Lusail, que albergará la final del Mundial de Qatar.
Los problemas se vienen arrastrando desde hace años ya que miles de trabajadores fueron contratados para las construcciones de todo lo necesario, pero fueron sometidos a condiciones inhumanas. Reinaban temperaturas de más de 50 grados centígrados, en el trabajo con medidas de seguridad escasas o nulas, jornadas de más de 18 horas, salarios que las empresas qatarianas no siempre pagaban y sin poder recurrir jurídicamente, periodos de descanso mínimos, condiciones insalubres en las viviendas de los trabajadores venidos de países asiáticos o africanus, falta de reposo, promesas incumplidas sobre mejoras en las legislaciones y amenazas de expulsión del país a los obreros migrantes que protestaban.
Además, se habla de qué miles de trabajadores murieron durante dichas obras, aunque a ciencia cierta no se sabe exactamente cuántos fueron. El régimen de Qatar es muy estricto con el acceso a la información. Human Rights Watch señaló en el 2021 que los obreros extranjeros estaban sometidos a “deducciones salariales ilegales y punitivas”, así como a “meses de salarios no pagados tras largas horas de trabajo agotador”. Ese año, la prensa británica afirmó que unos 6.500 de estos trabajadores -provenientes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka- habían muerto en Qatar desde que el país logró la candidatura.
El gobierno respondió que estas cifras son una exagerada sobreestimación, porque incluyen a miles de extranjeros que murieron después de vivir y trabajar allí durante muchos años, incluso en actividades que no estaban vinculadas con la construcción de la infraestructura mundialista. Para el Gobierno de Qatar, las cifras oficiales son 37 trabajadores muertos entre 2014 y 2020 vinculados a la construcción de los estadios. Para mí, un solo muerto en tales condiciones es demasiado.
No han pasado un par de años desde que The Guardian, periódico inglés, estimase en 6.500 personas fallecidas sin tener certeza ya que solo disponían de los certificados de defunción de obreros extranjeros cuyos cuerpos fueron devueltos al país de origen. Por ello se sospecha que pueden ser más.
Las autoridades oligárquicas de Qatar, por su parte, han negado todo y señalan que los informes sobre los miles de trabajadores muertos son falsos o están manipulados. En contraste, Amnistía Internacional corroboró numerosos certificados de defunción de trabajadores extranjeros, en la mayoría de los cuales la causa de muerte era insuficiencia cardiaca o causas naturales, aun cuando la casi totalidad de los fallecidos eran personas de entre 30 y 40 años, edades en que no deberían padecer esos problemas de salud.
Sólo conozco la posición de un Partido político español condenando la participación del equipo de España. El Partido Feminista que en su Comunicado denuncia las condiciones infames en que viven las mujeres, los trabajadores y los emigrantes en ese país. Dice el Comunicado:
Las mujeres carecen de personalidad jurídica propia, dependiendo toda su vida de una tutela masculina. No pueden decidir ningún acto propio: casarse, trabajar, tener la disposición de su dinero, obtener pasaporte y viajar, en condiciones aún peores a las que sufrimos en la España franquista durante la dictadura. Ha sido imposible averiguar las cifras de asesinatos machistas y feminicidios, maltratos y violaciones que se producen cada año en ese país porque el gobierno mantiene el más absoluto secreto. País que sin embargo pertenece a la ONU, ante la impasibilidad y el cinismo de los demás de la comunidad internacional.
Así mismo, los trabajadores, la mayoría emigrantes extranjeros, están tratados en régimen de esclavitud. Se supone que han muerto más de seis mil en las obras que se han realizado para celebrar ese Mundial, debido a la falta de medidas de seguridad, a las jornadas interminables y al desprecio de las autoridades y las empresas por la salud y la supervivencia de los obreros, que son considerados como animales.“
Hoy, cuando escribo estas líneas, se sabe que 11 de los 22 miembros que participaron en la votación del 2010 han sido suspendidos, multados o imputados por diferentes casos de corrupción. Dos de ellos han sido condenados, pero no por la elección de Qatar. La pregunta obligada es si la multimillonaria FIFA reconoce los Derechos Humanos como condición necesaria para el Deporte del balón o si no le importa que esté manchado de sangre.
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