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En las últimas semanas he ido publicando algunas reflexiones sobre el Diagnóstico Energético de la isla de Gran Canaria. Entre los temas que han quedado sin abordar destaca el transporte, un asunto que va a ser clave a la hora de abordar la transición energética de la isla. Según los datos del inventario de emisiones municipales elaborados durante la puesta en marcha del Pacto de las Alcaldías en Gran Canaria, el 38% de las emisiones proceden del sector del transporte. Así que, desde mi punto de vista, deberíamos replantear el debate sobre el futuro de la movilidad urbana: debería pasar de estar centrada en el automóvil a estar enfocada en el carbono.

Por lo tanto, el cambio de motores de combustión a motores eléctricos es uno de los retos más importantes que nos plantea la descarbonización de la isla. La electrificación del transporte por carretera probablemente llevará tiempo y será complicada, entre otras cosas, porque plantea muchas aristas al suponer un aumento de la demanda actual de electricidad procedente de la red. Por eso son tan importantes proyectos como el Salto de Chira o los futuros parques eólicos marinos.

Según la Estrategia del Vehículo Eléctrico de Canarias el impacto en los sistemas eléctricos insulares de las Islas Canarias será muy significativo: alrededor de un 40% de aumento de la demanda respecto a la existente.

Además, no cabe ninguna duda de que tanto el tren como otras alternativas como el coche compartido y la micromovilidad urbana van a tener un gran protagonismo.

Lo que parece claro es que una isla como Gran Canaria puede ser un banco de pruebas para el polifacético desafío de la transición a un sistema de transporte 100 % eléctrico.

Los desafíos son muchos:

  1. Se necesita un cambio de infraestructura masivo, incluyendo soluciones para los vehículos que aparcan en la calle.
  2. Se deben mejorar las expectativas de los consumidores con ayudas públicas más intensas y sensibilizar a la población.
  3. Se debe estructurar un conjunto de políticas de sistemas compartidos.
  4. Y, por último, se deben monitorizar los impactos de la electrificación del transporte para ayudar a escalar mejor la electrificación de los sistemas de transporte continentales más grandes.

Una de las principales barreras para las personas que se plantean la adquisición de un vehículo eléctrico es la ansiedad por la autonomía del conductor. Esto ha mejorado mucho en los últimos años, pero siguen existiendo prejuicios que se unen a tiempos de “recarga” más largos en comparación con los automóviles convencionales, puntos de recarga muy concentrados en zonas urbanas y precios todavía muy altos en comparación con los vehículos de combustión.

En esta infografía podemos ver la actual distribución de los puntos de recarga insulares, aunque ya se encuentra algo desfasado, puesto que los puntos del Polígono de Arinaga ya están operativos y también hay que incluir una parte de los municipales de Gáldar cuya gestión se ha cedido al Consejo Insular de la Energía.

Por consiguiente, en Gran Canaria, algunas de estas barreras mencionadas anteriormente están desapareciendo. Los vehículos más modernos permiten conducir por toda la isla con una sola carga. Además, cada vez hay más puntos de recarga liderados por la red pública del Cabildo que gestiona 44 puntos distribuidos por toda la geografía insular. La red se encuentra en un momento de gran expansión y mejora para reducir los tiempos de carga. Por lo tanto, podemos concluir que ansiedad por la autonomía del conductor no tiene sentido en una isla como Gran Canaria.

La red de recarga ha sido premiada en tres ocasiones por la demarcación provincial y a nivel estatal por la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos, así como por Faconauto y ANFAC también a nivel estatal. Por eso no es de extrañar que casi la mitad del parque móvil eléctrico de Canarias esté en nuestra isla. Aquí podemos comprobar la evolución de las ventas en los últimos años.

Con excelentes recursos solares y eólicos, Gran Canaria se encamina hacia un futuro 100% renovable. En estos momentos las energías renovables representan un 24% del consumo de energía en la isla. Además, Canarias depende particularmente del turismo, por lo que no es difícil imaginar a nuestros turistas llegando con aviones impulsados por combustibles SAF (véase el anterior post) para interactuar después con taxis, transporte público, coches de alquiler y recorridos en guagua durante su estancia, impulsados por motores eléctricos.

Por otro lado, tenemos que pensar la transición energética del transporte más allá de los vehículos eléctricos. El transporte interurbano, el transporte pesado y el tren, van a a estar propulsados por hidrógeno verde. Si bien la batería eléctrica se considera la mejor opción para los vehículos urbanos más pequeños, el potencial de la tecnología de pilas de combustible se está adoptando para el transporte de servicio pesado, y está llamado a ser el sustituto del diésel.

Para que el hidrógeno se adopte como fuente de combustible comercial para el transporte, las estaciones de servicio o hidrogeneras verdes deben estar disponibles en la isla. El Cabildo de Gran Canaria, el ITC, la PLOCAN junto con otras instituciones y empresas ya está implicado en proyectos y propuestas que serán una realidad en unos pocos años en proyectos de transporte, pero también para otros sectores económicos. El hidrógeno verde se producirá en Gran Canaria a partir de una mezcla de los considerables recursos renovables de la isla, aprovechando especialmente la energía eólica, pero también la solar y en un futuro la energía de las olas.

Desde un punto de vista más “urbano”, el movimiento de la micromovilidad eléctrica está creciendo rápidamente, y las personas eligen cada vez más las bicicletas, patinetas y motocicletas eléctricas como una forma rápida y asequible de reducir la contaminación del transporte mientras se aborda la crisis climática. De hecho, el vehículo eléctrico más vendido en España es una bicicleta eléctrica. La mayoría de los automóviles permanecen inactivos el 96 por ciento del tiempo y ocupan un espacio escaso en las ciudades. Así que el Cabildo de Gran Canaria se decidió a apoyar la compra de estos vehículos a través de subvenciones cuyas dos primeras convocatorias fueron un éxito. En estos momentos se encuentra abierta la tercera que incorpora por primera vez los vehículos para personas con movilidad reducida.

Por último, hay que destacar la necesidad de apostar por la innovación en lo que a la gestión de energía conectada e inteligente para vehículos eléctricos se refiere. Se puede convertir en una forma innovadora de almacenar y redistribuir las reservas de energía. Piensen en guaguas escolares eléctricas usándose como baterías durante los veranos y las vacaciones escolares, almacenando energía y distribuyéndola de nuevo a la red durante las olas de calor, por ejemplo. Las empresas de coches de alquiler podrían reutilizar sus vehículos inactivos y suministrar energía a la red durante los períodos de demanda máxima durante su temporada baja. Y los usuarios de viviendas también podrían alimentar sus hogares con sus vehículos eléctricos si fuese necesario durante un corte de energía.

En conclusión, hemos dado grandes pasos en la adopción de alternativas eléctricas para el transporte, pero nos queda mucho por hacer antes de que la movilidad eléctrica se convierta en una historia de éxito en Gran Canaria. Todo el ecosistema de vehículos eléctricos, debe unirse como las piezas esenciales de un rompecabezas para facilitar un crecimiento integral y orientado al futuro. Gran Canaria está en el camino correcto con respecto a la descarbonización del sector del transporte, aunque hay que tomar más medidas. La clave será combinar la sostenibilidad con la rentabilidad económica a través de la innovación. Sin ninguna duda, Gran Canaria podría emerger como un modelo a seguir para otros territorios a nivel mundial. Sólo hay que proponérselo.

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