Reivindiquemos el nombre de Gran Canaria

Hasta hace bien poco en los paneles de los aeropuertos aparecía el cartel Madrid-Las Palmas, o viceversa; Londres-Las Palmas, o viceversa, pero no mencionaba para nada la isla de Gran Canaria. Tras bastantes protestas, especialmente en tiempos de José Macías, cuando era presidente del Cabildo Insular, o después, siendo senador, se ha conseguido que en los aeropuertos se coloque en los paneles o en los billetes Madrid-Gran Canaria, o viceversa, y en los aeropuertos internacionales figure el nombre de Gran Canaria.

Últimamente el Cabildo insular de Gran Canaria está realizando una campaña para reivindicar el nombre de nuestra isla, lo cual me parece una idea estupenda. Hay que dar a cada uno lo suyo Incluso, cuando se escribe el nombre de la capital de la isla debe ponerse siempre Las Palmas de Gran Canaria. Para que no haya duda. Y lo digo porque con los nombres de islas y ciudades canarias existe tal confusión que nos llega a molestar. Se confunde, por decir algún ejemplo, La Palma con Las Palmas, o con Palma de Mallorca; o Teide con Telde. O el puerto de La Luz con el Puerto de la Cruz. Algunas de las confusiones son intencionadas. Por ejemplo en los últimos carnavales el periódico El País colocó la gala de los Drags Queens, de Las Palmas de Gran Canaria, como un acto más del Carnaval de Tenerife. ¿Fue una equivocación, o una premeditación?

De todas formas, no es la primera vez que en la propaganda turística de Tenerife se incluye en sus folletos las Dunas de Maspalomas, o alguna de nuestra famosas y espléndidas playas. Cualquiera que haya recorrido las costas de Tenerife habrá observado que la mayoría de sus playas son peores que las nuestras y más escasas, si las comparamos con las de Gran Canaria. Por eso digo: a cada uno lo suyo.

Por otro lado, existen personas que se dedican a denigrar el nombre de Gran Canaria, o a insultar a sus políticos y a su población. Entre ellas encontramos a un personaje tan esperpéntico y obsesivo como don José Rodríguez Ramírez, editor del periódico El Día, de Santa Cruz de Tenerife. Este hombre, cuya profesión era perito mercantil y graduado social, fue funcionario del Instituto Nacional de Previsión, y de buenas a primeras, se vio convertido en propietario, editor y director del periódico El Día, al morir su tío Leoncio Rodríguez González, uno de los grandes del periodismo tinerfeño, fundador del periódico La Prensa, que más tarde los “nacionales” lo convirtieron en El Día, del Movimiento Nacional Sindicalista y de la JONS. ¡Quien lo diría!, porque en la actualidad El Día está al servicio del independentismo con el que sueña Antonio Cubillo y de los caciques de Tenerife.

Este caballero se ha encumbrado bastante, se cree poderoso, y se ha convertido en un mini Murdoch de la comunicación tinerfeña. Aparte de este periódico cuenta con una emisora, Radio El Día, un periódico digital y en, el último reparto del gobierno de Canarias entre sus amigos, le tocó también una emisora de televisión. ¡Ah!, además recibe subvenciones del Gobierno de Canarias.

Aunque es cierto que tiene un montón de medallas y reconocimientos tinerfeños e internacionales (especialmente de Venezuela) siente una gran frustración porque aún no le han dado el Premio de la Comunicación del Gobierno de Canarias. Sería una tremenda injusticia y se desvirtuaría mucho ese premio si se lo concedieran a un personaje como este, sabiendo que se han dedicado a insultar a otras islas, a incordiar, a desunir y a ensalzar a sus amigos o ATI.

Dedica en sus editoriales y si es posible cada día, insultos a la isla de Gran Canaria, a la que llama Canaria (sin el Gran) porque dice que ese Gran le sobra a nuestra isla. Ignora que desde 1400 y pico ya se la llamaba Gran Canaria. Nos resta importancia, alegando que es la tercera isla en extensión (¿ es que obligatoriamente tiene que ser la primera en extensión para que se reconozca su grandeza?). Este hombre que anda ya metido en los 83 años, asegura que Canaria no tiene bellos paisajes, ni bosques, ni nada por las que merezca la pena visitarla. ¿Lo creen ustedes así? ¿Lo creen también los miles de turistas que nos visitan al año?. Y por supuesto, para él, tampoco esta isla tiene importancia en el aspecto económico, político o turístico.

Ante tanto peligro, reivindiquemos el nombre y el valor de nuestra isla, o desapareceremos del mapa.

José M. Balbuena Castellano