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Ninguna solución inminente para el cambio climático

Teo Mesa

Las Palmas de Gran Canaria —

Acabó la cumbre climática sobre los males que afectan al calentamiento del planeta, que ha producido el hombre desde que emite CO2, desde el siglo VXIII, con la revolución industrial. Y ha terminado como se preveía: sin acuerdos de rango responsable y soluciones urgentes, para tomar muy en serio este aciago problema del cambio climático que padecemos, y que se acrecentará, si no lo enmendamos razonablemente por los graves perjuicios para todos.

En la cumbre climática acontecida en la ciudad de Lima, hasta el día 14 del presente mes de diciembre (con prórroga incluida ante irresoluciones). Solo se ha llegado a un vergonzante y mínimo acuerdo para acallar a los ecologistas y algunas naciones críticas, de las centenares que participaron en el congreso. Ha habido “un acuerdo de mínimos”, señalan las crónicas periodísticas. Por las presiones existentes y ultimados acuerdos entre China y EE UU.

Este presunto acuerdo (el tiempo verificará si lo cumplen), lo han denominado Acción de Lima. Curiosamente serán las naciones citadas quienes lideren velar por los cumplimientos del acuerdo. Han llegado a un compromiso firmado por 190 de las naciones presentes, de los centenares que acudieron, para reflejar las acciones que hará cada país, para luchar contra el calentamiento global. Dato que se logra por primera vez en la historia de las cumbres climáticas.

Pactaron como fecha límite, el 31 de marzo, de 2015, con el objetivo de que cada nación disminuya sus dióxidos de carbono CO2, que emiten a la atmósfera. Pero será otro deber que ninguna nación cumplirá, especialmente las grandes potencias de la inmoralidad climática, las filibusteras China y EE UU, con emisiones de 10.000 toneladas; y EE UU, con 5.300 toneladas, en la ciénaga de gases intoxicados de CO2. Nula credibilidad tiene el representante de la UE, para controlar los gases de efecto invernadero enviado a la cumbre de Lima, el Comisario Europeo del Cambio Climático y Energía, Sr. Cañete, el mayor depredador de la ecología en España recientemente. Es, en símil, poner al zorro a cuidar el gallinero.

Todo han sido palabras bien intencionadas y compromisos, que serán, invariablemente, papel mojado. Depauperadas has sido las obligaciones para evitar el calentamiento climático, en este nuevo paripé, las ofrecidas por las bonanzas de las naciones para remediar los gases contaminantes del planeta. Acciones contra las emisiones de carbono que serán falaces deberes, porque todas las naciones reniegan de bajar las emisiones, y con ello, sus avanzados niveles industriales y sus estados de bienestar económicos que les produce.

De nuevo, la responsabilidad (como con el Protocolo de Kioto que se han cargado, al no ser cumplido por una gran mayoría de los países contaminantes y comprometidos con su firma). Ahora, hasta 2015, lo dejan al albur de cada nación, bajo su propio compromiso social de convivencia en el planeta. Cada país debe disminuir sus gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global.

Greenpeace ya ha anunciado que este acuerdo es una solución de mínimos, hartamente fraudulenta y paupérrima en sus contenidos. Alega que no se puede dejar esta responsabilidad por parte de la ONU en manos de los Estados, por el miope egoísmo para emitir gases con sus industrias. Tampoco saben precisar los países firmantes, la información que darán de los gases contaminantes emitidos, en los próximos seis meses, que dependerán de los niveles de sus cuantías industriales.

Reducir el calentamiento global del planeta, para que no alcance los temidos 2 grados de aumento que prevé la ONU, como anunciada tragedia climática, si creciera la temperatura antes de 2020.

Dudo que en la próxima cumbre de París, en 2015, tampoco se llegue a un acuerdo con las grandes potencias contaminantes, y las emergentes, para que no se alcancen los dos grados que se pretende y evitar generar catástrofes climáticas, y todo lo que conllevará con otras desgracias afines producidas por el calentamiento global.

Hay que llegar a una conclusión seria, responsable, ecuánime y en defensa de la Naturaleza, ante los peligros que de forma inmediata se puedan forjar. Tenemos que dejarle a las futuras generaciones un planeta vivible, no enfermizo.

La Cumbre del Clima de Lima ha aprobado un documento que implica que, por primera vez en la historia de las negociaciones climáticas, todos los países deben presentar acciones para combatir el calentamiento, de manera que encauza un futuro acuerdo en París 2015, aunque deja muchos frentes abiertos. Según el texto adoptado, La llamada a la Acción de Lima, todos los países tienen que presentar a Naciones Unidas, antes del 1 de octubre de 2015, compromisos “cuantificables” de reducción de gases de efecto invernadero de una manera “clara, transparente y entendible por todos”.

Esos compromisos deben ser “ambiciosos” y “justos de acuerdo a las circunstancias nacionales”, y han de ir acompañados de información detallada de las acciones qué va a desarrollar el país para que esa disminución de emisiones se cumpla. También se “invita” a los países a que incluyan en sus compromisos cómo van a contribuir a financiar la adaptación a las sequías, subida del nivel del mar o pérdida de cosechas que acarreará el cambio climático; una fórmula lingüística elegante para tranquilizar a los países en desarrollo que se negaban a firmar nada que no hiciera referencia a la adaptación.

El otro gran avance del acuerdo de Lima, alcanzado in extremis en un intenso día de prórroga de las negociaciones, es que, tras la presentación de los compromisos, la ONU analizará el impacto global de esas contribuciones nacionales para determinar si son suficientes para que la temperatura del planeta no suba más de dos grados a finales de siglo, respecto a niveles preindustriales.

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