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Lo que se supone España

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Un cajetín administrativo. Una horda de fieles contra infieles. Un reloj de sacristía al que le da cuerda un soldado (umbral). Un espanto en la carretera comarcal. Una nube de cigarras. Un cielo abierto y cerrado a la vez. Un espasmo pequeñito en la historia. Un pueblo. Muchos pueblos. Una encrucijada de caminos sin destino. Una lengua, muchas lenguas, hablas y dialectos. Un afán de transcendencia para ocultar incompetencia. El Quijote, Lorca, Machado y Picasso. Y Teresa de Jesús, mi primera poeta de cabecera. Y Gloria Fuertes, que me hacía reír, un Benedetti en femenino le decíamos, y ahora me asusta por su callada hondura.

En el horizonte de su historia, siempre aparece mucha gente sufriendo, mucha razón sin esperanza, mucha esperanza partida a sablazos, infinitas ilusiones rotas en el espejo del callejón del gato. En la mesa, César Vallejo, el más peruano de los españoles, el más español de los peruanos –en el paseo pintor Rosales de Madrid, tiene un busto reciente y contundente como era su verso. Al final de su vida, intensa, se murió con España, con la palabra, con el misterio (1937):

“¡Cuídate, España, de tu propia España!

¡Cuídate de la hoz sin el martillo!

¡Cuídate del martillo sin la hoz!

¡Cuídate de la víctima apesar suyo,

del verdugo apesar suyo

y del indiferente apesar suyo!

(…)

¡Cuídate de los nuevos poderosos!

¡Cuídate del que come tus cadáveres, del que devora muertos a tus vivos!

¡Cuídate del leal ciento por ciento!

(…)

¡Cuídate de los que te aman!

¡Cuídate de tus héroes!

¡Cuídate de tus muertos!

¡Cuídate de la República!

¡Cuídate del futuro!

Si tuviera que elaborar en algo una intervención mañana, en la apertura de las Cortes, le pasaría solo estos versos a la presidenta por edad de la Mesa, (avisándole de que Vallejo escribía “ a pesar” todo junto, para la correcta entonanza), a la socialista Cristina Narbona, para que los leyera en voz alta y prieta, con femenino aliento, para prevenir la alevosía tentadora de algunas señorías repelentes, cursis y malencaradas. Para prevalecer la sonrisa y aderezar con nada de vinagre las ensaladas. ¡Viva el aceite de oliva! Aficionados expertos en nutrición lo están cuestionando con sevicia para buscarse un hueco en las escaletas de los infames informativos.

Para recordar que la acción que nos convoca no es otra muy diferente que la de otros versos de Vallejo:

Varios días el aire,

compañeros, muchos días el viento cambia el aire,

el terreno, de filo,

de nivel el fusil republicano.

Varios días España está española.

A ver si mañana un poco menos.

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