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Sustituir D'Hondt por Hare: la reforma electoral pendiente

Demócratas Para El Cambio

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¿Qué esperan los ciudadanos de sus políticos? Esperan de ellos decisiones que ayuden a mejorar sus vidas. En realidad, no les exigen que acierten siempre con la solución a todos sus problemas, pero sí exigen audacia: que tomen la iniciativa sin escurrir el bulto. Al fin y a la postre, para eso les conceden el aval de su voto. Las democracias actuales se enfrentan a enormes retos y quizás el primero de ellos -crucial, desde luego- sea el de superar el descrédito que padecen en buena parte de los países occidentales, incluso en aquellos de mayor y acreditada tradición democrática. Este descrédito se ha ido labrando a cada golpe de decepción, proveniente tanto desde partidos de la derecha como desde la izquierda, es decir, de forma transversal a lo largo del espectro político.

Canarias no es una excepción a este problema. Se ha acabado el año, y la legislatura que nació con las elecciones de mayo de 2015 se despide con el último debate de la nacionalidad que muestra su estado: malo. El balance muestra una circunstancia que sobresale sobre todas las demás: durante más de la mitad de la legislatura, un partido político (Coalición Canaria) que no ha conseguido el respaldo de la mayoría social (tercero en número de votos), aunque sí una mayoría parlamentaria relativa (primero en número de escaños) debido a un anómalo sistema electoral –ahora parcialmente reformado gracias al impulso de la sociedad civil-, ha gobernado en solitario con la aquiescencia del Partido Popular, en unos momentos, y del Partido Socialista, en otros. Una de las funciones básicas de cualquier parlamento, la de control al gobierno, aquella donde la oposición fiscaliza las actuaciones del poder ejecutivo a la par que se proyecta como alternativa de gobierno ante la opinión pública de cara a las próximas elecciones, se ha desarrollado de forma anodina, rutinaria, de manera apenas incisiva. No hay ningún ejemplo en el resto de comunidades autónomas en el que un partido político con un exiguo apoyo social y un gobierno con semejante debilidad parlamentaria, gobiernen una región y saquen adelante sus presupuestos sin mayores sobresaltos, a placer. Esto ha ocurrido porque ninguno de los dos grandes partidos de la oposición (PP y PSOE) han asumido la responsabilidad de conformar el apoyo social mayoritario que reunían entre ambos en una acción política común de gobierno. Sí, no hay que escandalizarse: eso es lo que sucede en países de larga y seria tradición democrática. Países sensatos en los que aún prima el deber político respecto a los ciudadanos sobre la trifulca partidista. Esta forma flagrante de eludir la responsabilidad en las labores de oposición es un buen ejemplo para entender cómo se construye el edificio de la desafección y el desprestigio de la democracia. El mensaje que PP y PSOE han enviado con su actitud a los ciudadanos es desesperanzador.

La mayoría de 3/5 de PP, PSOE, Nueva Canarias y Podemos es suficiente para modificar la Ley 7/2003, de Elecciones al Parlamento de Canarias. Y no sólo en lo concerniente a papeletas, urnas y trámites que deben sustanciarse ante la Junta Electoral autonómica -algo en lo que hemos hecho ya el suficiente énfasis y que sin duda otorgaría al proceso electoral mayores garantías y seguridad jurídica-, sino también en una cuestión tan relevante como es la fórmula de reparto de escaños.

Sí, apostamos sin ambages por sustituir la fórmula D'Hondt (una de las menos equitativas y que mayores sesgos introduce) por otra más proporcional como es la fórmula Hare. Esta opción resulta ineludible para que Canarias decida su rumbo sin otro condicionamiento que el de la preferencia política de cada elector expresada con su voto. Al tratarse de un mero cambio en la operación matemática para la atribución de escaños, esta medida no comportaría ningún gasto económico para los contribuyentes y, sin embargo, su contribución a la democracia y al pluralismo político sería considerable. Además, ¿qué partido político podría argumentar algo respecto a la alteración de equilibrios territoriales? En nada interviene Hare en esa cuestión, pues no afectaría al reparto de escaños entre islas, sino al reparto entre partidos. Su influencia sobre el incremento de la proporcionalidad es, además, tan grande o mayor que la conseguida con el nuevo sistema electoral ya aprobado.

La fórmula Hare -avalada, por cierto, por el Consejo de Estado un su prestigioso informe de 2009 para la reforma electoral del Congreso-, convierte los votos que ha obtenido cada partido en escaños de la manera más proporcional posible, esto es, sin primar o penalizar a ninguno (en lugar de atribuir escaños dividiendo los votos obtenidos por 1, 2, 3, etc, como hace D'Hondt, en Hare se obtiene un cociente derivado de la división de todos los votos obtenidos por los partidos por el número de escaños a repartir, utilizándose como cuota con la que asignar los escaños por igual a todos los partidos). Los partidos que claman por un cambio en el sistema electoral (PSOE y PP) para que el partido ganador en votos también lo sea en escaños en el parlamento, tienen que ser los principales promotores de Hare. Los partidos que tras cada noche electoral repiten una vez y otra que el más votado debe gobernar, tienen que ser, igualmente, los resueltos promotores de Hare. Los partidos (PP y PSOE) que más se quejan de que el tercero en votos (CC) sea el primero en escaños, tienen que ser los primeros promotores de Hare.

La responsabilidad y el deber con la democracia no puede ejercerse con palabras hueras y discursos complacientes, sino con acciones precisas frente a cada desafío. Ahora nos enfrentamos a uno muy concreto: sustituir D'Hondt por Hare y que gane el más votado; o no hacerlo y seguir dando cuerda al teatrillo político habitual. Aún hay tiempo para que juntos, PP, PSOE, Podemos y NC, aprueben una ley electoral canaria mediante el procedimiento de urgencia y en lectura única. En realidad, ni CC ni ASG deberían faltar a una acción de justicia democrática como esta.

La decisión ahora está en manos de Antona y Torres. Demócratas para el Cambio ha remitido cartas demandando esta reforma urgente a los partidos políticos que han asumido la tarea de acometer, tras más de tres décadas, la reforma política más importante de Canarias: la de su sistema electoral. Veremos si están a la altura de saber culminarla o si permitirán que cierre en falso.

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