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Taliban: el miedo a las mujeres
La noticia nos golpea en lo más íntimo de nuestros sentimientos humanos y de nuestras convicciones políticas. El régimen islamista ha prohibido a las mujeres completar estudios universitarios. Lo comunicó el Ministerio de Educación Superior afgano. No se trata de un regreso a la Edad de Piedra, es peor que eso puesto que estamos en el siglo XXI por un lado, y por otro en la Edad de Piedra las mujeres gozaban de poderes e incluso en la culturas matriarcales era la línea femenina la que transmitía propiedad y mando social.
Los ultraislamistas del Talibán tomaron Afganistán en agosto de 2021 cuando, unilateralmente, el gobierno del presidente Biden ordenó la retirada de las tropas de Estados Unidos y de sus subordinados de la OTAN.
Se ponía fin a la campaña politico-mediatica contra los “terroristas del Talibán” después de unos 20 años de Guerra iniciada por el presidente Bush Junior para castigar a los terroristas del atentado del 11 de Septiembre del 2001 contra la Torres gemelas y frenar los avances fundamentalistas islámicos.
Los Talibanes pese a haber prometido gobierno más moderado y respetar los derechos de las mujeres y las minorías, han limitado los derechos y libertades, y aumentado fanáticamente su interpretación severa de la ley islámica, o sharia. Han prohibido a las niñas asistir a escuelas de nivel medio, restringieron el acceso a las mujeres a casi todos los empleos y ordenaron el uso de vestimentas que cubran a las mujeres de pies a cabeza en público. Las mujeres tampoco pueden pasear libremente en parques, ni ir a gimnasios y ferias.
Quizás estimulados por el ejemplo del régimen de los mullahs del Irán han vuelto a los latigazos en público, así como a las ejecuciones públicas y apedreamientos o lapidaciones por supuestos delitos que fueron práctica habitual en todo Afganistán durante el primer periodo del primero y primitivo gobierno talibán, desde 1996 hasta 2001, fecha anual de cuando fueron expulsados por una invasión liderada por Estados Unidos tras los atentados terroristas del 11 de Septiembre del 2001. La invasión americano-otánica se debía a que los talibanes albergaron a la organización de Al Qaida y al propio Osama Bin Laden.
La visión política de Sleepy Biden y el miedo a la mujer
Que Biden se adormezca en conferencias internacionales es comprensible, especialmente cuando no hacen más que repetir loas a los éxitos occidentales y a futuros mundos ideales, sin China ni Rusia como potencias. Pero el mismo sleepy Biden que siendo Vicepresidente con Obama estaba en Ucrania y alentaba el golpe de Estado del 2014, es el que recibe ahora con todos los honores al Zelenski que ha restringido las libertades políticas ucranianas acallando y prohibiendo a los partidos y grupos de izquierda que le criticaban. Y al mismo tiempo que estrecha las manos del ucraniano el mundo conoce la terrible noticia de las prohibiciones de los Talibanes contra las mujeres, prohibición que es hija de la retirada americana ordenada por Biden sin ninguna garantía de respeto a los derechos humanos y menos aún a los derechos de las mujeres.
Volodimir Zelenski, en la Casa Blanca en su primer viaje fuera de Ucrania desde el estallido de la guerra el pasado 24 de febrero. Joe Biden, aseguró este miércoles a su homólogo ucraniano, Zelenski, que Washington incrementará su ayuda militar a Kiev, la cual incluirá sistemas de defensa antiaéreos. No se habla de negociaciones de Paz ni de los millones de ucranianos que emigran al resto de Europa pero no a Estados Unidos.
La visión de Biden me parece poco democrática y no muy inteligente, ya que el resultado lo vemos en el Afganistan que abandonó a su suerte. Claro que mientras los muertos sean rusos o ucranianos en el conflicto europeo no se despertará mucha oposición entre los americanos.
El apretón de manos presidencial en Washington no ha podido ocultar el apretón a las mujeres afganas cuando el Gobierno talibán prohibe “hasta nuevo aviso” el acceso a la educación superior a las jóvenes afganas.
La orden destaca que debe aplicarse a la mayor brevedad e informar de las medidas adoptadas al ministerio.
La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (Unama) solicitó en el pasado reciente a las autoridades afganas en varias ocasiones permitir a las niñas asistir a la escuela secundaria y expresó su preocupación de que si continúa vigente esa prohibición aumentará la crisis y la pobreza del país.
Según las agencias de Prensa una carta, publicada por un portavoz del Ministerio de Educación Superior, obliga a las universidades públicas y privadas afganas a suspender el acceso a las estudiantes de inmediato, de acuerdo con una decisión del gabinete.
Los gobiernos extranjeros, incluido Estados Unidos, han pedido un cambio en las políticas sobre la educación de las mujeres en Afganistán. Es pedir peras al olmo, especialmente cuando con una mano se aprieta y con la otra se suelta.
Hace tres meses, miles de jóvenes mujeres se presentaron a los exámenes de ingreso a las universidades de Afganistán. Es el caso de jovenes que viajaron desde provincias del centro y extremos del país hasta Kabul para examinarse en la universidad de la capital. Ahora, estas jovenes no podrán estudiar ni realizar sus sueños, nada de profesiones o carreras, su papel será nulo y oculto por vestimentas y velos que las despersonalicen. No serán “amas de casa” como decíamos en España, sino “esclavas de casa”.
Cuando los talibanes estuvieron a cargo del país asiático entre 1996 y 2001, prohibieron que las mujeres y las niñas asistieran a la escuela.
Después de que la invasión por Estados Unidos derrocara el gobierno talibán a finales de 2001, las estudiantes comenzaron a asistir a escuelas y universidades. Las mujeres pudieron estudiar carreras en negocios y gobierno, y en profesiones como medicina y derecho. Pero, gracias a Biden y su gobierno y al silencio europeo, todo el gozo en un pozo.
Según un informe de la UNESCO, en 2018 el porcentaje de alfabetización entre las mujeres alcanzaba ya el 30%. Es de suponer que estas cifras se estancarán.
Hasta ahora, los talibanes habían prohibido el acceso a la enseñanza a las adolescentes, solo permitiendo el acceso a las escuelas a las niñas y a las mujeres pero solo para estudiar medicina, enfermería, estudios islámicos o magisterio. A principios de este año, los talibanes impusieron restricciones sobre los cursos en los que las mujeres pueden inscribirse en las universidades pública. Es de suponer que el miedo a la relativa libertad de las mujeres y a su inteligencia hayan inclinado la opinión de sacerdotes y guerreros a volver a las buenas tradiciones pasadas.
Las mujeres pueden ser azotadas si no ocultan sus tobillos, o si ríen en voz alta o usan maquillaje. Las mujeres talibanes tienen una vida llena de restricciones religiosas. Al parecer ellas solo podrán conocer el mundo a través de la ranura de un velo, si viven siguiendo las prohibiciones impuestas por los Talibanes.
Basados en la más restrictiva versión de la Sharía, la ley islámica, los talibanes en su brutal y estúpido intento de sacralizar a sus mujeres toman medidas más propias de odiarlas, tratándolas como animales y sometiéndolas durante toda la vida.
Las niñas representan el 60% de la población no escolarizada. Este porcentaje sube hasta el 85% en algunas provincias. Con esa actual y futura población femenina sometida a la incultura poco progreso se puede esperar.
Afganistán sigue sumergido en una profunda crisis y estas medidas represivas, hijas del miedo a la emancipación femenina, no ayudarán a superarla, sino que, a la larga, cavarán la propia tumba de los talibanes y sus creencias, y quizás la tumba de Biden y de Zelenski, aunque sea limitada al ámbito político.
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