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Non habemus papa: dolor humano, incertidumbre política, huevos de Pascua y vida eterna
Yo no pertenezco a ninguna religión reconocida o sin reconocer. Pero a veces me pregunto si mis convicciones no son algo parecido a una religión sin dioses. En cualquier caso yo soy de los que sienten dolor humano por el fallecimiento del papa Francisco, por quien no he ocultado simpatías y expresado mi solidaridad por muchas declaraciones suyas. Especialmente, su conducta Pontificia a favor de la Paz, evitando tomar partido o condenar a los involucrados en actuales conflictos bélicos.
He leído distintos comentarios tanto sobre el fallecido como sobre las opiniones. Así, he leído que alguien ha calificado de “indignante e hipócrita” la despedida de Javier Milei al papa Francisco, al que en tiempo pasado calificó de “representante del maligno en la casa de Dios”.
Yo creo que el mensaje del presidente argentino no es tan moralmente indignante, como políticamente oportunista, ya que Argentina es de mayoría católica. Y si el presidente Milei ha expresado un “profundo dolor” al enterarse de la triste noticia es parte del juego político. También como lo es la voluntad expresada por Trump de asistir a los funerales.
Entre el humo negro y la fumata blanca
Es sabido que mientras la silla papal del Vaticano esté vacía la chimenea del Palacio vaticano echará humo negro en señal de luto. Y cuando, después de reunido el Conclave cardenalicio, elijan un nuevo papa, de la cúpula vaticana se elevará la fumata blanca.
Hace unos nueve siglos que se sitúa el origen de las fumatas para comunicar a los presentes en la Plaza de San Pedro. Gregorio X, en el Concilio de Lyon, celebrado en el año 1274, promulgó el Ubi periculum en que establecía la metodología para celebrar el cónclave de elección papal.
La primera Congregación de Cardenales está reunida para preparar el cónclave del que saldrá el futuro pontífice. Los 135 cardenales de 71 países que elegirán a su sucesor forman un grupo heterogéneo y sin una idea común sobre el futuro de la Iglesia, según se puede deducir por su origen nacional, racial y cultural.
Hay grandes diferencias entre el cónclave actual y el que hace 12 años se reunió para elegir a Jorge Bergoglio, tanto por el número de cardenales electores, como por las edades y las procedencias.
La historia de la Iglesia no es necesariamente una historia santa ni sagrada, sino humana y política. Y bastante larga, y cuando hablo de incertidumbre sobre el futuro papado hay que recordar una expresión popular española que, como muchas otras, se está perdiendo. Se trata de la locución que dice: “Hablando del rey de Roma, por la puerta asoma”. Tal expresión se utiliza cuando en una conversación se está mentando a una persona ausente y justo en ese momento hace acto de presencia. Pero en realidad la expresión se formó desde el término “ruin de Roma”, ya que la ciudad nunca tuvo rey. Y ese ruin al que señala el dicho no era otro que el mismísimo papa de Roma.
En el siglo XIV, durante el periodo del Papado de Aviñón (1309-1377), se comenzó a utilizar la palabra ruin para referirse al Pontífice de Roma, al que consideraban el mismísimo diablo. Con el transcurrir del tiempo y el uso popular, se terminó haciendo la rima añadiéndole el famoso “por la puerta asoma”.
El Papado de Aviñón
El Papado de Aviñón (en francés, Papauté d’Avignon) fue un periodo de la historia de la Iglesia católica, entre 1309 y 1377, en el que siete obispos de Roma residieron en la ciudad de Aviñón, a saber: Clemente V (1305-1314), Juan XXII (1316-1334), Benedicto XII (1334-1342), ClementeVI (1342-1352), Inocencio VI (1352-1362), Urbano V (1362-1370) y Gregorio XI (1370-1378). A este periodo algunos historiadores católicos lo llaman el “Segundo cautiverio de Babilonia”. En 1378, el papa Gregorio XI retornó a Roma y allí murió.
Los Estados Pontificios incluían entonces a la ciudad de Aviñón y al Condado Venaissin, en el sudeste de Francia. Siguieron siendo parte de dichos Estados hasta la Revolución Francesa, convirtiéndose en parte del estado de Francia en 1791. La estructura eclesiástica era tan estatal como religiosa.
No se debe confundir el período llamado del papado aviñonés o Papado de Aviñón (1309-1377),con otro período de la historia de la Iglesia Católica, entre 1378 y 1417, conocido como el Cisma de Occidente, en el cual la Iglesia se encontraba dividida bajo dos obediencias, la del papa residente en Roma y la del Anti Papa residente en Aviñón.
El fascismo y El Vaticano como estado soberano
Hay que recordar que el Vaticano es un Estado religioso independiente, que está situado en Roma, pero que no pertenece al Estado de Italia. Es verdad que todos los pontífices de Aviñón fueron de origen francés, y que 111 de los 134 cardenales promovidos hasta 1378 fueron igualmente franceses. Pero no es menos cierto que mientras el papado había permanecido en Italia la mayoría de los cardenales eran italianos, mientras se sucedían pontífices también italianos.
El Estado Vaticano tiene apenas 44 hectáreas de superficie, pero es un Estado poderoso e influyente en todo el mundo.
Tras la ratificación del Tratado de Letrán, el papado reconoció el estado de Italia de gobierno fascista, con Roma como su capital. A cambio, la Italia de Mussolini reconoció la soberanía papal sobre la Ciudad del Vaticano, un pequeño territorio de 44 hectáreas (109 acres), y aseguró la plena independencia del papa.
El Tratado de Letrán, (vigente desde el 7 de junio de 1929 hasta el 3 de junio de 1985) entre Italia y el Vaticano. Fue firmado por Benito Mussolini por el gobierno italiano y por el cardenal secretario de Estado Pietro Gaspari para el Papado y confirmado por la Constitución italiana de 1948 acabada la II Guerra Mundial y derrotado el nazi-fascismo.
Un hombre bueno y amante de la Paz. Cuando escribo estas líneas siento pena, dolor y emoción ante el destino de este hombre santo. Otros grandes estadistas por su poder político o bélico no me conmueven; me pueden irritar, indignar o despertar impulsos revolucionarios.
Se dice que la renuncia del anterior papa Benedicto se debía a los conflictos burocráticos vaticanos y que tenían poco de religiosos. El Cónclave que eligió a Francisco como papa era inusitado porque no fue precedido por el Funeral del anterior papa Benedicto, ya que este estaba vivo y había renunciado.
El nuevo papa Francisco dio un giro a todos los procedimientos. Ahora hemos de ver si tal giro va hacia la izquierda o la derecha, si se enreda en la burocratización sacerdotal o se eleva hacia los cielos del humanitarismo.
Jorge Mario Bergoglio fue el primer cardenal jesuita y de América Latina en ser consagrado papa de la Iglesia Católica. El 13 de marzo de 2013, el entonces Arzobispo de Buenos Aires y luego papa Francisco, hizo historia al ser elegido en sustitución del abdicado Benedicto XVI.
Recuerdo una vez más sus primeras palabras como Pontífice desde el balcón vaticano: “Hermanos y hermanas, buenas noches”, comenzó a decir en italiano. “Como sabéis, el deber de un cónclave es dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo... pero estamos aquí. Os agradezco la acogida”. Después de estas palabras, solicitó a todos los presentes rezar unidos por el obispo emérito, Benedicto XVI (el papa que abdicó).
“Y ahora, comencemos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las iglesias. Un camino de hermandad, de amor, de confianza”, prosigue el papa en su discurso. “Pidamos siempre por nosotros: los unos por los otros. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran hermandad. Os deseo que este camino de la Iglesia, que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi cardenal vicario, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan bella”.
“Y ahora quisiera dar la bendición, pero antes os pido un favor: que pidáis al Señor para que me bendiga”, continuó entonces Francisco con su característica naturalidad. “Ahora daré la bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, añadió antes de concluir con unas palabras que ante lo sucedido parecen cobrar un nuevo significado: “Hermanos y hermanas, muchas gracias por vuestra acogida. Rezad por mí y hasta pronto”.
Tras su consagración, y ya desde los primeros días, el papa Francisco mostró una clara intención de conducir la estructura de la Iglesia Católica con austeridad, con fuerte preocupación social y con una clara intención de fomentar un nuevo encuentro de los hombres entre sí y doctrinalmente de los creyentes con Dios.
En el séquito que acompañará al féretro del difunto papa entre los poderosos del mundo habrá un grupo de unos 40 necesitados, los pobres de este mundo junto a los reyes y jefes de Estado de la Tierra. El grupo 40 de personas pobres y necesitadas fueron atendidas por el Pontífice en alguna ocasión pasada, acompañarán al féretro Francisco hasta instantes antes del entierro de su ataúd. Estas personas necesitadas estarán presentes en la escalinata de acceso a la Basílica Papal de Santa María La Mayor, lugar elegido por el Pontífice para su entierro, para darle su último adiós, cada uno con una rosa blanca en su mano.
Y también una anciana monja llorando. Es la única monja a la que los guardias suizos han permitido el acceso. Con una mochila al hombro, se acercó al féretro del Pontífice y lloró en silencio durante más de 20 minutos, sin que nadie se atreviera a interrumpirla. ¿Quién es esta monja? Es una monja argentina, sor Geneviève Jeannningros, 82 años. La religiosa es una de esas amistades especiales del papa Bergoglio que refleja quién era: ella vive en una caravana, ayuda a transexuales y prostitutas, y es sobrina de una antigua amiga del Pontífice desaparecida en Argentina.
Argentina ha dado grandes campeones de futbol al mundo. Pero esta vez ha marcado un nuevo Campeonato más allá y fuera de las patadas al balón y los gritos deportivos, dando un papa que ha marcado más goles por el Partido de la Paz y la Concordia entre los pueblos.
La próxima fumata blanca: ¿Será un humo de alegrías en estos tiempos conflictivos o será, a pesar del color blanco, un anuncio de oscuridades y retrocesos? No soy adivino ni profeta. Y me encuentro entre la Esperanza y el Temor, en plena incertidumbre.
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