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Crisis alemana, amenazas europeas, carajadas rusas
Los noticiarios actuales deberían tener las amenazas bélicas y el sonido de tambores militares como canto y música de fondo. Pero no lo tienen, sólo una continua predica sobre la necesidad de más armamento y la urgencia de defensa militar ante supuestas amenazas. Uno no sabe si reír o llorar al ver y oír cómo se manipulan o se ignoran noticias, según convenga a los oligarcas gobernantes.
Acabo de ver en la televisión alemana el Heute-Show de Oliver Welke emitido el pasado viernes 23 de mayo. Oliver Welke es un comediante y periodista alemán. Aplaudido, halagado y temido por políticos y famosos de la vida pública germana.
El programa televisivo hace reir a millones de telespectadores en la República Federal Alemana y Austria. El 37,6% de los seguidores del heute show son mujeres y el 62,4% son hombres.
Casi simultáneamente pero sin contar con tantos seguidores, pese a salir en la televisión, el nuevo Gobierno federal del canciller Merz anuncia un programa de acción inmediata. Busca reactivar la economía alemana. Sin embargo, los expertos ven pocas posibilidades de una recuperación rápida de la recesión actual. Una recesión implica que la economía se contrae y Alemania es el único país de la Unión Europea que sufre recesión desde hace dos años. En 2024 se cerraron más empresas que en cualquier otro año desde 2011, durante la gran crisis financiera y económica. Los sectores más afectados siguen siendo aquellos con un alto consumo energético debido a los elevados precios de la electricidad. Pero también influyen la escasez de trabajadores y personal cualificado en una sociedad envejecida, así como los altos costos generados por el exceso de burocracia, que se reflejan en más cierres empresariales, especialmente pequeñas empresas.
Yo, en mi deambular por las calles, veo con sorpresa muchos pequeños comercios cerrados y vacíos. Es algo triste y preocupante si se recuerda que poco antes de desaparecer el anterior gobierno de coalición verde-socialdemócrata, ya había malos pronósticos.
La economía alemana debería experimentar un estancamiento en 2025 tras dos años de recesión, anunció el jueves 24 del pasado abril 2025 el gobierno verdirrojo ya desaparecido, que rebajó sus proyecciones de crecimiento en medio de plena guerra comercial lanzada por Donald Trump desde su trono imperial norteamericano.
Ya en enero de 2025, el entonces ministro de Economía y Protección Climática, Robert Habeck, preveía una recuperación de la economía alemana del 0,3%, tras una caída del PIB del 0,2% en 2024 y del 0,3% en 2023. Pero “la política comercial de Estados Unidos, la amenaza y la imposición de aranceles afectan directamente a la economía alemana, muy orientada a la exportación”, indicó Habeck el jueves antes mencionado, al presentar las previsiones gubernamentales. La proyección de crecimiento para 2026 también fue rebajada el jueves del 1,1% al 1%.
Las decisiones de Estados Unidos, principal socio comercial de Alemania, podrían costarle a esta última entre 0,25 y 0,5 puntos porcentuales de crecimiento en 2025, según el ministro, del partido ecologista Los Verdes.
El nuevo Gobierno alemán asumió el mandato con la promesa de mejorar la situación de forma rápida y sostenible. Pero una cura espontánea no es posible ni probable. Esta es la conclusión del consejo asesor económico del Gobierno. En su informe de primavera, el Consejo de Expertos en Economía habla de una “fase de marcada debilidad” y descarta prácticamente una recuperación a corto plazo.
Para 2025, los cinco economistas del consejo pronostican estancamiento, es decir, una fase de crecimiento igual a cero. En 2026, la economía podría recuperarse ligeramente con un crecimiento del 1%. Pero desde el punto de vista de los expertos, no está garantizado en absoluto que Alemania vuelva, a medio o largo plazo, a la senda del éxito económico. La economía alemana ha perdido competitividad a escala mundial. Un punto de inflexión fue la invasión rusa a Ucrania en 2022 y el cese del suministro de gas ruso, cuyo suministro directo fue interrumpido por la voladura de las tuberías rusas por una mano oculta cuya investigación llegaba hasta Polonia, pero nunca abierta al público y ocultada.
El exitoso modelo económico alemán -producir con energía barata e ingeniería punta productos con demanda global- ha dejado de existir desde entonces. A esto se suman problemas internos. “Las exigencias burocráticas y los largos procesos de aprobación frenan el crecimiento económico”, señala el informe de los llamados “sabios de la economía”. También influye negativamente el presidente estadounidense, Donald Trump: su política arancelaria pone en riesgo el crecimiento económico mundial, pero afecta de forma especialmente negativa a la economía alemana, orientada a la exportación.
Para aliviar la carga sobre las empresas, la ministra de Economía, Katherina Reiche, anunció que antes de mediados de julio se pondrán en marcha las primeras medidas. Entre ellas, la reducción del impuesto sobre la electricidad y reformas iniciales en el mercado laboral, según declaró la política de la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU) en un foro económico. Se prevén más medidas antes de que finalice el año. El crecimiento es la prioridad del momento, y el Gobierno quiere generar impulso, también mediante una rebaja de los impuestos a las empresas.
Trump amenaza un día sí y otro también, ocultando así que su política trata de recuperar el terrible desastre de la economía americana que durante muchos años estuvo gastando y endeudándose en miles de millones de dólares que no tenían y que iban a parar a manos y bolsillos de los oligarcas multimillonarios,.
La región de Franconia fue asignada a Baviera por Napoleón Bonaparte durante su imperio. Se llama franken a sus habitantes, traduciéndose por francos. Los que allí nacen no tienen culpa de ser pequeños francos desde su nacimiento. Es cosa idiomática. La mayor parte de Franconia se encuentra en Baviera, pero también abarca partes de otros estados como Baden-Württemberg y Turingia. Durante la hiperinflación alemana, el coste de vida se multiplicó por dos millones y todo esto condujo a Alemania hacia el colapso económico, llevando al país al límite de la bancarrota. En el pasado post-imperial. En la República de Weimar.
Muchos interesados por la Historia han podido leer anécdotas sobre la hiperinflación en Weimar con gente llevando dinero en carretillas para comprar comidas y de la mujer que retiraba dinero del banco por ese medio. El Gobierno alemán imprimió cada vez más papel-moneda para afrontar sus gastos, y terminó generando una devaluación exponencial de la moneda. Hay otras fotos en que se ven alimentando estufas con billetes de dinero que resultaba más barato que leña o carbón.
Recordemos que la megalomanía del acomplejado emperador alemán, Guillermo II, nacido con una deformación física, hizo que a diferencia de sus antepasados, Guillermo II (Wilhelm) no admitía límites a su derecho divino que le había colocado por mérito de sangre en el trono. Se veía a sí mismo no solo como jefe de Estado, sino también como jefe de gobierno y se inmiscuía llegando a una disputa con el anciano Bismarck. Después de dos años de tensión y conflicto, Bismarck, que a pesar de su edad todavía era considerado uno de los estadistas más competentes de Europa, se tuvo que retirar.
Los sucesores de Bismarck como Kanzler o canciller fueron elegidos a dedo por el Kaiser y fueron sumisos a los deseos del monarca, particularmente en relaciones exteriores y armamento y expansión militar. Hoy, la Baviera católica y conservadora sigue votando por la derecha democristiana. Hoy ya no tienen emperador alemán, pero Trump desde el continente americano dicta lo que sin rechistar deben hacer los cancilleres y ministros alemanes. Aunque es de esperar que no se repita la historia ni la hiperinflación, la industria alemana enfrenta “débil demanda y creciente competencia”
El Instituto Ifo representa una institución de investigación económica con sede en Múnich, Alemania, que analiza la política económica y es reconocido por su Índice Ifo de Clima Empresarial. Es uno de los mayores centros de investigación económica en Alemania. “La economía alemana está estancada. A pesar de la recuperación del poder adquisitivo, la confianza de los consumidores sigue siendo escasa y las empresas también se muestran reacias a invertir”, afirmó Timo Wollmershäuser, responsable de previsiones económicas del instituto Ifo.
El sector industrial, que representa alrededor de un cuarto del PIB germano, sufre, entre otras cosas, por “la débil demanda y la creciente competencia internacional”, apuntó el comunicado del Ifo, que también recogió como factor adverso para la economía teutona la incertidumbre política internacional.
El Consejo Asesor de Economistas del Gobierno alemán, conocido como “los cinco sabios”, revisó a la baja sus pronósticos para la que era la mayor economía europea y previó un estancamiento en su informe para 2025. Habían pronosticado en otoño pasado un ligero crecimiento del 0,4 por ciento. Los aranceles del presidente estadounidense Donald Trump afectan especialmente a la economía alemana por su tradicional vocación exportadora, por lo que en el pronóstico hay un margen de inseguridad.
Esperemos que la sangre no llegue al río, pero sin que desemboquemos en una situación parecida a las pasadas, no es panorama alentador. Antiguamente, las batallas se libraban cuerpo a cuerpo. En algunos casos, esas batallas tenían lugar cerca de ríos, que eran una primera defensa natural de los territorios y las ciudades. A veces, las batallas eran tan sangrientas que la sangre de muchos soldados muertos (e incluso sus cuerpos) terminaban en el río, que durante un espacio de tiempo se teñía de rojo por la sangre.
Pero el recién estrenado canciller que no ha parado de viajar y entrevistarse con otros líderes europeos, parece que no sólo ha olvidado sus promesas electorales, sino que es incapaz de consolidar el panorama alemán con la subida electoral de los ultraderechistas de la AfD. Pero la entrada con mal pie del Canciller Merz (recuerdese que no fue elegido a la primera vuelta por culpa de votos negativos de sus propios y acordados apoyos de coalición) así como sus repetidas falsas promesas de cara al interior y de fallidas amenazas de cara a la Rusia de Putin, todo ese cúmulo hace que la gente no crea en sus palabras.
Alemania compra cada mes miles de millones de Euros en gas, petróleo, etcétera a la malvada Rusia. Y el bocazas de Merz amenaza desde el Parlamento alemán con sanciones a los rusos en 23 horas, luego pasa a una semana y luego, con sus consortes europeos, a un mes. Es de suponer que dada la distancia entre Moscú y Berlín, Merz no ha podido oír las carcajadas rusas, pero los programas han encontrado eco en el Viernes-Show ya mencionado de Oliver Welke.
Y millones de espectadores alemanes, gracias a Oliver Welke, han podido reírse a carcajadas a costa del ardiente y chamuscado canciller Merz.
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