Espacio de opinión de Canarias Ahora
El ultimátum eléctrico de la impotencia
En el caso canario, además, hay otra particularidad que fortalece esa caracterización. De acuerdo con el Régimen Económico y Fiscal canario, el sobrecoste que origina la insularidad sobre la producción eléctrica, se compensa con cargo a los Presupuestos del Estado. Siendo las cosas así, cuando hace más de una década se decidió privatizar Unelco, fuimos muchos los que advertimos que se trataba de un error descomunal. Porque, de acuerdo con la economía convencional (no discutida por nadie), los monopolios naturales, al tratarse de un fallo de mercado, no tiene ningún sentido privatizarlos. Porque las empresas privadas no tienen referencia de ningún mercado y su actuación se convierte en lesiva para los ciudadanos.
Pero a pesar de todas esas advertencias, la clase dirigente canaria hizo oídos sordos a esta realidad y Unelco pasó a ser una empresa privada. Es cierto que se hicieron desesperados intentos para romper la evidencia de que se trataba de un verdadero monopolio natural. Reglamentariamente, se troceó el proceso continuo de producción eléctrica y se obligó a separar la producción, el transporte, la distribución y la comercialización. Todo ello con el objetivo de aparentar que eran muchas las empresas. Como si con solo normas se pudiera cambiar la naturaleza de las cosas, como si la competencia pudiera practicarse donde no cabe. Y así surgió la competencia ficción. La mejor demostración que no hay competencia es el desaforado crecimiento de los recibos de la luz, camuflado en el pase del periodo de cobro, de bimensual a mensual.
Y Endesa compró Unelco. Y más tarde Endesa fue comprada (en medio de una clamorosa guerra entre las mayores macroeléctricas europeas y sus correspondientes corolarios políticos) por la italiana Enel. Con posteriores capítulos en los que aparecía una fuerte presencia de capital coreano. Con todo esto, lo que se quiere resaltar es la progresiva “evanescencia” del sistema eléctrico canario. Al tiempo que recordar que los representantes políticos canarios, por unanimidad en su representación parlamentaria, aplaudieron en su día la privatización de Unelco. Por eso, ahora, lo único que se puede hacer por los canarios es redactar Planes Energéticos y negociar con Enel, para convencerla de que hagan lo que Canarias necesita.
Desde hace dos años, y ya en medio de la crisis económica mundial, lo que sí se sabía es que los planes de inversión de Enel se habían revisado brutalmente a la baja. De ahí la impresión generalizada que la gestión del estado y el mantenimiento de los sistema eléctricos canarios estaba bajo mínimos. Lo que se vio confirmado no solo con el Delta sino con todo lo que acaba de pasar esta última semana.
Y todo esto viene a cuento para relacionarlo con la noticia que acaba de aparecer. El presidente del Gobierno de Canarias envía un ultimátum a Endesa y a Red Eléctrica Española y les conmina a que “si no se comprometen con Canarias y mejoran el suministro eléctrico tendrán que irse y ser sustituidos por otros operadores”. Y mucha gente se ha quedado boquiabierta. Porque es realmente sorprendente cómo se puede pasar, sin síntomas de enfermedad, de la ortodoxa y correcta competencia de los mercados a la dura planificación bolchevique.
Porque Enel no está en Canarias y no dirige todo su sistema eléctrico, en virtud de un concurso del Gobierno de Canarias. Enel está aquí porque compró Unelco, aunque fuera en segundas nupcias. Por eso, si alguien que no es su propietario mayoritario, le da un ultimátum para que se marche de su mercado, las carcajadas atruenan en Los Arbejales. Porque se le vendió la “máquina de la luz” y ella la compró.
Es cierto que Enel tiene que adaptarse a determinadas condiciones, faltaría más. Pero tendrán que ser negociadas y donde, jamás, el Gobierno de Canarias podrá unilateralmente fijar sus inversiones ni su estrategia.
Porque si el Gobierno de Canarias se cree su ultimátum, tendría que estar dispuesto a comprar Unelco. Y está claro que ese no es su objetivo. Aunque debiera serlo. Porque es absurdo que el sector más estratégico de la economía canaria, además monopolio natural, no sea público. Porque, además, sería la forma más adecuada para liderar el tránsito desde el actual modelo energético a otro totalmente sostenible. Pero este Gobierno no lo va a hacer y tendremos que convivir con Enel.
Pero hay otra posible salida. El Gobierno de Canarias debería comenzar a poner, por fin, en marcha y con urgencia todo el arsenal de energías alternativas isleñas. Eso sí, superando el actual sistema de concesiones a empresas privadas mediante concursos y procediendo a la adjudicación directa a Consorcios Insulares (con la excepción de Lanzarote-Fuerteventura) Públicos para que, al cabo de diez años, podamos prescindir de Enel.
Lo que ya se está construyendo en El Hierro, el sistema previsto por el Cabildo de Gran Canaria que garantiza mediante agua en altura la continuidad del sistema, son muestras más que suficientes para apostar con entusiasmo 1).- Por un sistema energético público para el Archipiélago. 2).- por un sistema basado en las energías limpias y alternativas y 3).- por una estrategia de gestión energética que permita superar la grave dificultad de la discontinuidad de las energías alternativas tomadas por separado.
Entonces sí que, en su día, el Presidente del Gobierno de Canarias no tendrá ni siquiera que dar un ultimátum a nadie, sino sencillamente prescindir de Enel (o de quien sea en ese momento), porque habremos puesto en pie un modelo energético canario propio, original y sostenible. Proveedor, además de flujos importantes de financiación pública.
Sobre este blog
Espacio de opinión de Canarias Ahora
0