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La Unión Deportiva derrotó al Barça

Rafael González Morera

Paseo con mi amigo Jordi Segura Ripoll por la Plaza de Cataluña, vemos una riada de aficionados vestidos con la camiseta de la Unión Deportiva Las Palmas, me encuentro con un par de conocidos, entusiasmados, eufóricos: ¡mañana le vamos a ganar al Barça!, y seguimos caminando hacia el barrio Gótico en donde también hay muchas camisas amarillas, mucho pio, pio, llegamos a Urquinaona en donde surge un bosque de camisas azulgranas, y nos alegramos que camisas amarillas y culés compartan buena amistad y un grupo se van a tomar unos cacharros de cerveza en un bar de San Ildelfons, famoso por su catalanismo, y Jordi apura el paso porque tiene ya la firme idea de ir al “Can Culleretes”, en la calle Quintana, 5, y según el Guinnes el bar más antiguo de Catalunya y el segundo de España. Nos tomamos un par de cavas de gran calidad a precio de Obispo o Cardenal, pero estar en “Can Culleretes” una hora en pleno corazón del Gotico no se puede hacer todos los días. Esta vez vamos hacia la Barceloneta en donde Jordi tiene reservada una mesa para dos nada menos que en el “7 Portes”, en donde se hacen una de las mejores paellas de Barcelona, y con una merecida fama de sus canelones de diversos rellenos, de carne, atún rojo, butifarra, y otros comistrajes.

Tras hacer un espléndido homenaje al buen condumio de “Can Culleretes”, todo regado con un Ribera del Duero de altos quilates, Jordi me vende de nuevo una visita a su barrio de la Sagrada Familia, y esta vez me da la sorpresa de un concierto de órgano y música sacra de una coral de Lleida, con la cual fraternizo por mis tiempos de la mili en Tremp. Terminamos tomando café en su casa en la calle de Córcega, a tiro de piedra de la Sagrada Familia, y nos vemos luego con su cuadrilla, casi todos culés a rabiar, que me pronostican una severa derrota de la Unión Deportiva Las Palmas. “Ya veremos”, les dije. Toda la cohorte de Jordi me lleva al bar “La Pepita”, en la misma calle Córcega, que es un templo al mediodía de comidas de menús, y por la tarde noche de copas y trasiego sin mucha componenda, y bastante alegría y buen servicio de unos camareros jóvenes, que vaya por donde son todos de la Virgen de Monserrat y del Barça, y me vuelven acomplejado y desmoralizado de todos los goles que nos van a meter mañana domingo.

Y llego el domingo del partido, era el 19 de enero de 1969, y ganó la Unión Deportiva en un encuentro inolvidable, marcó primero Germán en el minuto 56, pero luego empató Gallego en el 82, y cuando ya parecía que el encuentro iba a terminar en empate, Niz consiguió el tanto de la victoria a dos minutos del final. Jordi Segura se quedó fastidiado, pero reconoció el gran encuentro que jugó el equipo amarillo. “La Unión Deportiva fue un rodillo. Cuando termines de dar la crónica nos vamos a Casa Leopoldo. No sé si pedir un capipota o un rabo de toro para compensar el disgusto de la derrota del Barça”. Pasaron muchos años y ahora el 1 de octubre 2017 se jugó otro partido histórico, por la coincidencia con el referéndum de Catalunya, por haberse jugado con el Camp Nou a puerta cerrada para el público, y por todos los desmanes vividos en Barcelona a cuenta de la brutal intervención policiaca del Gobierno de Mariano Rajoy. Esta vez Jordi se tomó la revancha después del 3-0, resultado con el que terminó el partido entre catalanes y canarios. Jordi me decía: “oye lo siento, pero lo que no me gustó fue esa chorrada de ponerse una bandera española en la camiseta amarilla. No había ninguna necesidad de esa provocación. Pero hoy los grandes perdedores han sido Mariano Rajoy y Miguel Ángel Ramírez”.

Coincido totalmente con mi amigo Jordi Segura. A las cuatro y cuarto de la tarde, hora de Barcelona, cuando la Unión Deportiva lucía la bandera española en su camiseta amarilla, la policía y la guardia civil de Mariano Rajoy agredía brutalmente al pueblo catalán, que encima los aficionados culés no pudieron ver el partido, como tampoco muchos aficionados canarios que perdieron el viaje para sólo ver represión policiaca. Me pareció un error de magnitud histórica la banderita española en la camiseta amarilla. Podía haberle puesto la cabra de la Legión. Una boutade.

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