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Venezuela: los recurso y turismo no aprovechados (VII)
Sin embargo, el pueblo venezolano pese a esa gran incertidumbre con la que tiene que vivir cada día, ante esa gran inseguridad social, se muestra familiarizado, pero ello no quiere decir que apruebe el sistema gubernamental que actualmente está implantado, aunque también es cierto que ese sistema que lidera Hugo Chávez ha sido con la aprobación del la mayoría del pueblo venezolano, pese a la dudas o sospechas que se puedan tener de cómo se controlan y se adulteran los votos en las urnas.
Pero lo realmente cierto, es que Chávez lleva en el poder casi diez años con el voto de la mayoría de los venezolanos; los cuales también son culpables de que Venezuela tenga un gobernante como Hugo Chávez, un país inseguro, corrupto y peligroso. Venezuela, es un país armado hasta los dientes. Es decir, cualquier casa de familia tiene un arsenal de armamentos, con el propósito de defenderse ante otros agresores o delincuentes armados. El turismo brilla por su ausencia, pese a las grandes maravillas que tiene el país, especialmente en la parte del Oriente venezolano; con escenarios y paisajes como: Canaima, Los Roque, isla de Margarita, Carúpano, etc. Del mismo modo, la parte Centro Occidental; Cayos de Morrocoy, islas y manglares de Chichiriviche, etc. Del mismo modo, la parte Occidental, Barquisimeto, Carora, Coro, Maracaibo, Cubiro, Quibor, San Felipe o las Palmera de Tocopero. Así, y muchos más, son los paisajes y escenarios hermosos que tienen Venezuela, pero que no son explotados turísticamentes ante la citada inseguridad social.
Mi último día en Venezuela, ya de regreso a Canarias, en el aeropuerto de Maiquetía, pude vivir una experiencia que no resultó ser muy positiva, sobre todo de cara al turismo de tan precioso país hermano. Policías, por llamarlos de alguna manera del gobierno de Hugo Chávez, jóvenes con uniformes de color canelo y boinas rojas. Otros, de color verdes; militares y funcionarios de la Guardia Nacional de Chávez; te observaban, vigilaban, controlaban y provocaban, buscando un protagonismo personal, un reconocimiento a un exceso de celo profesional; haciéndote todo tipo de preguntas sin sentido y repetitivas hasta la saciedad. ¿Para qué ha venido a Venezuela?. ¿De qué color es la casa del familiar en la que se quedó?. ¿Qué comió en casa de su familia?. ¿En que hotel se quedó?. ¿Qué libro o periódico leyó en su estancia en Venezuela?. ¿Qué tipo de música le gusta?. ¿Su hotel está ante o después de llegar a un supermercado?. Todas estas impertinentes preguntas y más, fueron las que me hicieron los funcionarios de Chávez en el aeropuerto de Maiquetía, mientras estuve esperando las dos horas de retraso de mi vuelo con destino: Barajas-Canarias. Del mismo modo, los cuatro controles que tuvimos que pasar. Incluso, en el último, nos separaron los hombres a la derecha y las mujeres y niños a la izquierda, recordándome por unos momentos las historia brutal de la Segunda Guerra Mundial, donde los nazis separaban a las mujeres, hombres y niños para el despiojo, que luego resultaría ser las cámaras o duchas de gas de la muerte.
Rafael Lutzardo
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