Pasados veinte años de tan inmemorial descalabro, vuelven a repetirse episodios similares, en este caso en el más modesto ámbito de Canarias. Un partido mil veces escindido, integrado y desintegrado en Coalición Canaria, de la que salen y entran sus militantes con una facilidad pasmosa, se presenta en el período preelectoral con un enorme despliegue de medios, de mercadotecnia y de anuncios publicitarios. Y con continua presencia en los medios de comunicación, en los que en pocos meses han pedido reiteradamente la dimisión de Soria, por el caso Faycán o por el más reciente lío de Mogán, de Mauricio, por sus discrepancias con Adán, y hasta de Zapatero por su política antiterrorista, que no son ellos nadie, capaces hasta de adelantar a Acebes por la derecha. Singular verborrea mediática que, no entiendo por qué, se ha acabado de forma fulminante cuando los casos judiciales en marcha se acercan a Santa Cruz de Tenerife, a su cercana playa y a sus muy costosos y familiares acantilados. En esas materias son completamente incapaces de conjugar el verbo dimitir. Es como si se les atragantara.Su máximo dirigente, el antesdeayer pepero y ayer coalicionero Ignacio González, profetiza media decena de escaños en el Parlamento canario, y alcaldías y concejales por aquí y por acullá. Y, mientras tanto, mientras llega el gran día, se dedica a fichar a los despechados de CC, PSOE y PP, con personajes tan dispares como Benito Codina o Melchor Núñez; y entre ellos destaca, dios les coja confesados, nada más y nada menos que el ex socialista Pacuco Guedes, concejal de muchas y variadas historias. Forjando, así, una ensalada de nulos perfiles ideológicos, que les posibilita, por ejemplo, desfilar sin inmutarse junto a los independentistas y a la extrema derecha en una manifestación de corte racista y xenófobo, como hicieron el pasado mes de noviembre en Tenerife.Un mínimo conocimiento de la estructura político-electoral de las Islas permite apuntar a que nos encontramos ante una maniobra muy similar a la Operación Roca: mucho dinero por medio, mucha algarabía mediática y, con mucha probabilidad, nulo apoyo en las urnas de los ciudadanos y las ciudadanas. Todo quedará en unas decenas de dispersos concejales en el conjunto de Canarias y una estallada financiera de las que hacen época. Cierto es que cada uno puede gastarse su dinero en lo que le plazca, sobre todo cuando este parece sobrarle. Y dedicar su tiempo libre a los más variados entretenimientos. Faltaría más.Aunque, como les digo, estoy absolutamente convencido de que todo apunta a que en la relación entre elevada financiación y nulos resultados su similitud con la Operación Roca será enorme, no lo es en modo alguno respecto a las cualidades políticas e intelectuales que adornan a las personas que las encabezan. Ni tampoco son comparables sus trayectorias partidarias o institucionales. Ni, por Demóstenes, sus habilidades oratorias.Por eso, me resisto a denominarla Operación González o, más familiarmente, Operación Nacho. Me quedo con Operación Arena. Por el carácter inorgánico de ambos, roca y arena, y por la extrema volatilidad de esta última. No por otra cosa, no sean ustedes mal pensados. Enrique Bethencourt