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Podemos no debe caer en la euforia

Rafael González Morera

Las últimas encuestas de El País y del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) le dan a Podemos como ganador de unas próximas elecciones generales por delante del PSOE y del PP. Un simpatizante de la formación que lidera Pablo Iglesias me cogía en la mañana del domingo y me daba un discurso exaltado, viendo ya a su ídolo en La Moncloa. Le dije que tenían que tener cuidado con las euforias, que es una medicina muy mala para la cruda realidad que luego se puede revelar, lo mismo que también es muy negativo cuando se cae en la depresión o en la desmoralización por unos malos resultados, en estos casos, por una mala encuesta. He sido víctima de la euforia política en los años de mi juventud, porque creí primero en José Carlos Mauricio como líder de la izquierda a nivel canario, y en Felipe González a nivel nacional. Más tarde ambos los dos giraron a la derecha, y no voy a citar todos los pactos y repartos que hicieron para llegar a tal cuestión, Mauricio dándose la lengua con la ATI chicharrera, y Felipe González, que pudo pactar un gobierno de izquierda con Anguita, prefirió a las minorías vasca y catalana, ONV y CiU, para seguir en el machito en su tercera legislatura.

De mis ídolos periodísticos también salí escaldado, porque Juan Luis Cebrían cuando se fundó El País fue toda una esperanza de una información democrática y progresista, y desde que subió peldaños y ahora es presidente del Grupo PRISA se ha hecho un hombre de derechas y de extrema derecha en los temas de América Latina, que el grupo periodístico que ahora tiene hasta capital norteamericano, tiene intereses con Gustavo Cisneros y otros magnates millonarios que se atreven a calificar de dictadores a Nicolás Maduro, Rafael Correa, Evo Morales, causando la hilaridad primero y el cabreo después de las gentes bien informadas. Menos mal que como referentes periodísticos me quedan todavía mis amigos Pepe Alemán y Guillermo García Alcalde, a los que les reitero mi admiración profesional.

Me desvío del tema, o no, porque a donde quería ir a parar es que ya estoy cansado de depositar mis ilusiones en ídolos políticos, y ya pensé hace algunos años no volver a cometer ese error. En 2007, y prometo no repetirlo más, le voté al PSOE en las autonómicas de ese año, a Jerónimo Saavedra, a José Miguel Pérez y a Juan Fernando López Aguilar, y además públicamente, porque firme un apoyo con otros muchos amigos y compañeros en las páginas de los periódicos locales, de lo cual no me arrepiento porque el objetivos era llevar a JFLA a la presidencia, a Jerónimo a la alcaldía y a José Miguel Pérez al Cabildo Insular, y al menos dos objetivos se cumplieron. Y esas tres papeletas me costó depositarlas en mi colegio electoral de la plazoleta de Farray porque estaba ya muy decepcionado, desengañado, de muchos errores del PSOE años atrás, incluido el GAL y Fondos Reservados entre otras “cosas” de alto calado.

Iba a hacer otro análisis de la transición poco democrática entre 1975 y 1978, año en que se aprobó la Constitución franquista/borbónica, pero ya todo eso me resulta cansino a veces repetirlo, y también que me parece una flagelación constante el hacerme la autocritica que tuve miedo al Ejército si se optaba por la ruptura democrática, miedo que me metieron en el cuerpo entre Carrillo y Mauricio, y nada digamos de los socialistas. Ahora, cuando ya me costaría correr delante de la policía de Jorge Fernández Díaz, se presiente y se siente un terremoto político de gran magnitud, pero en mi modesta concepción, como sugerencia, creo que Podemos no debe caer en la autocomplacencia, en la euforia, y medir bien los pasos que da a partir de ahora hasta las elecciones locales de 2015, que luego tendrán que hacer un sprint final hasta noviembre en las generales, si no hay anticipaciones o más revelaciones del sustentáculo telúrico que está viviendo el bipartidismo. No sé ahora mismo si Podemos debería presentarse a las municipales como Ganemos, ni siquiera si lo debería hacer como Triunfemos o Goleemos, ni mucho menos cómo Venceremos, porque la derecha mediática se lanzaría al degüello por “fantasiosos, fachentos, populistas, bolivarianos, castristas y tales y cuales”, pero sí tengo claro que no deberá hacerlo como Empatemos.

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