La noticia no llama la atención porque se considera normal dentro del juego político que se traen. Pero, si se fijan, está claro que las objeciones psocialistas no eran tan de fondo sino que pretendían chinchar a los nacionaleros. Así, bastó que vieran la oportunidad de hacerse con la presidencia canaria para que se digan dispuestos a retirarlas, sin más.No conozco, en el momento de escribir, la reacción de CC. Si no acepta, puede írsele a la porra la reforma estatutaria que tanto han ponderado de maravillosa; si acepta, no vean cómo se va a poner El Día. Mal lo tienen los nacionaleros, lerén.El caso es que no tienen en cuenta, ninguno de los dos, eso que predican de buscar lo mejor para Canarias y los canarios. A mí no me enfría ni me calienta la reforma, pero es evidente que su buen fin no depende del proclamado deseo de beneficiar a los administrados ni de sus excelencias sino del conchabo político.Otrosí, Jerónimo Saavedra. Se ha dejado ya notar y no llega con la espada desenvainada dispuesto a tratar al PP igual que hiciera el ex macho y Luzardo con la oposición. Todavía hay clases. Y no lo hace por caridad cristiana sino de acuerdo con una concepción de la democracia representativa respetuosa con la oposición porque ahí quiso ponerla una parte de la ciudadanía. Aprecien la diferencia de estilo. Además, incorporará a Bernarda Barrios al gobierno municipal para reforzar la participación. El problema es de donde sacará los cuartos porque el legado de Luzardo son unos números rojos ante los que no me extrañaría que Saavedra haya llegado a pensar aquello de si lo sé, no vengo. En el Cabildo será Soria quien mueva primero. Lo tiene crudo. Cuando Adán lo echó del Gobierno convirtió en centro de acogida de cesantes al Cabildo, al que sigue necesitando para que los cuadros peperos tengan con qué y mantener la tienda abierta. Mientras, vive pendiente de si logra mojar con Paulino para colocar a unos cuantos y no quedarse sin gente a la que dar órdenes. Si no lo consigue, se quedará con lo puesto, o sea, limitado al Parlamento que no es la mejor cuchara para entrarle a los presupuestos. Nos tendrá entretenidos hasta el final. Al menos hasta las elecciones generales del año que viene en la esperanza de que gane Rajoy.