Alfredo Briganty debe ser uno de los pocos abogados que para el magistrado Salvador Alba pasarían el corte de la buena formación, la buena presencia en la sala, el saber estar y el saber exponer ante un tribunal que debe superar un buen letrado. Junto a Briganty, formarían parte de ese selecto club otros abogados como el inigualable Eduardo Mendoza, consumado jugador de tenis y defensor, entre otras ilustres personalidades, del Zorro Plateado. El resto no, al resto los podemos catalogar como aquellos que “se lanzan al mundo del Derecho sin preparación alguna y luego pasa lo que pasa, que los jueces y magistrados nos encontramos con abogados sin preparación alguna y detectamos que su cliente, que viene a demandar derechos, justicia a una sala, se encuentra totalmente indefenso”. La frase ?con sus reiteraciones- es de Salvador Alba, que se ganó por estas declaraciones al periódico La Provincia una reprobación pública del Colegio de Abogados de Las Palmas, que ya empezaba por entonces ?febrero de 2007- a estar hasta la cintita de la gorra de los desplantes de este juez, que carga especialmente contra los licenciados en Derecho que osan optar a ser jueces sustitutos. No ha sido la única reprobación pública que luce en sus vitrinas su señoría: su comportamiento mientras fue juez titular de Penal 3 de Las Palmas de Gran Canaria le granjeó también el rechazo de la junta de personal de Justicia, que lo declaró persona non grata, un caso completamente infrecuente en la judicatura. Sus indisimulables objetivos asociativos, personales y políticos le han vuelto a generar otro problema, de momento en el seno de su Sección de la Audiencia Provincial, donde empieza incluso a flaquear el segundo patinador necesario.