Santos y Paquirrín deben ser ya tan amigos para siempre que ni se cortan pelo alguno a la hora de salir de viaje por esos mundos de Dios y Alah y darse un garbeo con sus respectivas por Turquía. A la hora de escribir este suelto desconocemos si la ruta del señor alcalde incluye Asia Menor, instalado como está en un hotel de cuatro estrellas de Estambul, pero a buen seguro no se habrá perdido en el Gran Bazar, acostumbrado como está él a negociar, móvil en ristre, volante en mano, quitar una multa aquí o revisar un expediente allá. Y claro, a su compadre Santos, el contratista de Veneguera que se llevaba todo lo concursable y lo que no del ayuntamiento moganero y de paso ponía unas lajas en la entrada del chalet del alcalde a la salida del pueblo, ayuntamiento y alcaldía le debían parecer lo mismo, hasta el punto de trabajar indistintamente para los contribuyentes moganeros como para el primer edil en su finca privada. Cosas de pueblo, dirán muchos, y ejemplos a porrones habrá. Ah, pero a quien pillaron fue a Paquirrín, por ese afán desmedido que tenían los gerifaltes del PP canario de sacar tajada allá donde gobernara uno de los suyos. Sepa noruego o la receta para el salmón marinado. O llevarle cestos de mangos y plátanos al ocioso registrador de la Propiedad que, por cierto, se ha quedado sin vacaciones y habla y todo con Obama “media hora” sobre economía mundial.