Se disparan las conjeturas, las quinielas políticas, las apuestas sobre mociones de censura y todo tipo de excentricidades en torno a la nueva escaramuza de Miguel Zerolo en el Ayuntamiento de Santa Cruz, que de haber sido en el de Las Palmas de Gran Canaria, sería una terrible crisis que colocaría a Saavedra al borde del desfiladero. En fin. Mientras Pérez-Camacho vaticina censura y Zerolo aprovecha para llenar de mocos el pañuelo por ser víctima de una conspiración que lo ha convertido en “chorizo”, descubrimos una sutiles contradicciones entre el alcalde de Santa Cruz y su amigo del alma José Manuel Soria. Éste indicó este miércoles que antes de que se anunciara públicamente la ruptura del pacto el alcalde le llamó y justificó su decisión en unas declaraciones de Llanos que “él consideraba intolerables”. Pero Zerolo dijo, no sin cierto toque irónico, que intentó hablar con el presidente de los populares canarios, quien no le pudo atender porque “estaba reunido en Consejo de Gobierno”. Alguno de los dos ha tenido un soplo de desmemoria y no recuerda lo que pactaron para explicarse en público. O alguno de los dos directamente miente, como es menester en estos casos.