No solo a Cristina Tavío le viene bien la crisis de los presupuestos y la sangrante pérdida de respaldo político que está padeciendo su sufrido líder regional. Es probable que la estrategia de cerrar filas aplace su ejecución sine die, y con ella, la de Manuel Fernández, caído en desgracia por motivos que no están todavía a la altura de los humanos, que nos habíamos quedado atascados en que la relación del secretario general de los populares canarios con su caudillo era indisoluble desde los tiempos en que ambos se entregaron en cuerpo y alma a defender los intereses del Grupo Anfi. Personajes como José Miguel Bravo de Laguna o Juan José Cardona, invitados a sumarse al festín de la mayoría absoluta a condición de respetar la autoridad incuestionable del líder, se frotan ahora las manos en la intimidad a la espera de cómo se desarrollan los acontecimientos. Saben que en Tenerife y en otras islas hay personas dentro del PP en iguales y prudentes circunstancias que deploran estos presupuestos, pero que deploran todavía más los gestos de prepotencia política de Soria. Su perreta con la oferta de gobierno a los socialistas también hace mucha gracia en esos ambientes. Con Soria por los alrededores, a ningún socialista con dos dedos de frente (hay que insistir en lo de los dos dedos de frente) se le ocurre darle medio metro de ventaja al PP. Por poco que guste Coalición Canaria, con la que se le viene encima al Gobierno de Mariano Rajoy -especialmente en lugares como Canarias- esa amistad mucho más que peligrosa.