Se olvidó Pedro Luis Rosales, tan inmerso en su paranoia de las movidas contra el PP, de que fue ese partido el que, desde la famosísima Comisión Puerto-Ciudad, dijo a los arquitectos estrella que arrojaron ideas sobre el istmo, que podían disponer de la existencia de los edificios Elder (donde está el museo) y Miller. Y se olvidó Rosales, preocupado por la inminencia de 2007, de que uno de esos arquitectos, Rafael Moneo, se llevaba por delante en su propuesta estos dos históricos vestigios del paso inglés por Las Palmas, tan conmemorado hace muy poco por la alcaldesa, con guaguas descapotables incluidas. Es lamentable que un consejero tan vinculado a la museística -estuvo dos años dirigiendo el Museo de Néstor- pueda despreciar de tal modo un proyecto para su ciudad. Porque el consejero de Cultura del Cabildo ni siquiera se interesó por conocer los pormenores de la ampliación del Museo de la Ciencia. Será que ve en la oscuridad la malvada mano de Zapatero.