Un debate muy colorista que nos permitió nuevamente contemplar cómo es de variada la procedencia y el proceder de sus 350 señorías y cómo van a ser los palos que cada uno va a tocar estos cuatro, aún a falta de escuchar en la tribuna al representante de Amaiur, condenado de manera estúpida a formar parte de un inmenso grupo mixto del que saldrán reforzados para las próximas elecciones vascas. En esta primera sesión de investidura pudimos escuchar las voces atronadoras del bipartidismo, pero también la nada despreciable (desde el punto de vista numérico y cualitativo) de Cataluña, la de Galicia, la de Aragón (promete el sustituto de Labordeta), la de Navarra y la de Asturias, con un Álvarez Sostres tan entregado a la causa mariana que acabó dejándolo todo empegostiado con tanto almíbar. Rajoy le respondió con su retranca y con su particular pimienta gallega. Qué malos tragos sin necesidad ninguna. Pero si fue colorista la intervención de los representantes regionalistas y nacionalistas que hasta el momento han intervenido, el color fucsia de UPyD lo invadió todo en la sesión de tarde en el Congreso de los Diputados. La intervención de Rosa Díez empezaba con un cómplice intercambio de sonrisas con Mariano Rajoy y una entregada felicitación al futuro presidente por su triunfo electoral. Todo hacía presagiar un reparto de besos volados y ramos de flores y, por supuesto, el voto favorable de la formación al candidato, pero todo se vino abajo de repente por culpa de la corrupción. Sí, como lo leen, por culpa de la corrupción.