No pudo ser más inoportuna la creación de la Policía Canaria, un viejo empeño de Coalición Canaria, y particularmente de Paulino Rivero, con el que demostrar caché nacionalista, como si no hubiera otras necesidades igual o más identitarias que esa. Siempre nos ha parecido un esfuerzo económico, político, policial y organizativo absolutamente inútil, pero nos la vamos a tener que tragar los canarios como nos hemos vuelto a tragar la dichosa bandera soriana y otros caprichos ombliguistas que ya forman parte de nuestro acervo. El estallido de la crisis ha cogido a la Guanchancha en plena implantación, con apenas un centenar de agentes y con una inversión realizada y por realizar que, en los tiempos que corren, se convierte en absolutamente escandalosa y, por supuesto, prescindible. La congelación presupuestaria será inevitable, y con ella la marcha del que ha sido su primer jefe, el comisario del Cuerpo Nacional de Policía Ignacio Bádenas. Fichado por el ex consejero de Seguridad, José Miguel Ruano, ahora trasladado a un rango político de mucho menor nivel, Bádenas goza de la confianza del presidente Rivero, aún a sabiendas de que es el hombre en el que el PP siempre se ha fijado para su nombramiento como jefe superior de Policía de Canarias. Hacia su casa natural encaminará sus pasos este comisario más pronto que tarde, salvo que se diera el asombroso milagro de una potenciación de la Guanchancha o un desapego del PP a su figura como profesional.