Lo que el destino ha unido, que no lo separe ningún juez. Debe ser éste, seguramente, el grito de guerra que cada mañana lanzan al afeitarse (cuando toca) el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Zerolo, y su inseparable Jorge Bethencourt, periodista, amigo, confidente, compañero de farras y asesor para temas de urbanismo, suplidos y asimilados. Cualquiera que se leyera este domingo el artículo de Miguel Zerolo en El Día, tratando de explicar cómo es posible que un descerebrado político pueda tener tanta capacidad para la teoría del soberanismo, del nacionalismo, del europeísmo y otros ismos, llega automáticamente a la conclusión de que él no lo escribió. Se puede discrepar del fondo del ensayo, de esas reflexiones tan sesudas, sobrevenidas precisamente en estos momentos, pero de lo que no cabe duda es de que está muy bien escrito. Impecable. No ha perdido facultades Jorge Bethencourt, que siempre ha sido un profesional con chispa, con ocurrencias imprevisibles, con buena pluma. Le felicitamos muy sinceramente.