No se ha hablado de otra cosa este fin de semana en los corrillos veraniegos de políticos, periodistas y personal ávido de lo que se cuece en esta nacionalidad tan chiripitifláutica. La filtración de las cuentas del grupo municipal del PP en el periodo 2003-2006, correspondiente al mandato de Cristina Tavío, ha destapado una suerte de frivolidades y de mal manejo del dinero público que aconsejaría una urgente explicación de las personas que se ocuparon de estallarse ese dineral, a decir de la Intervención General del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. La primera pregunta que circula, como siempre, es acerca de la identidad de los autores de la filtración, malvados personajes que sólo enviaron a los medios informativos las cuentas del PP, ocultando las de las otras fuerzas políticas, particularmente CC y el PSOE. Por el texto anónimo que acompaña al documento de la Intervención, escrito con letras de molde tipo arial, cuerpo 18, bajo el título “De Tavío no me fío”, estamos convencidos de que son compañeritos de ese mismo partido, esos que conforman, tras los amigos y los enemigos, el tercer grupo de personal conocido de cada individuo o individua de naturaleza humana. Pero la verdadera pregunta no debiera ser ésa, sino ¿de quién son esas bragas que, según la Intervención, fueron pagadas con dinero público? Los sesudos analistas se debaten entre la Tavío y Maribel Oñate.