Es curioso observar el modo de proceder de la flora y fauna que habita en la política canaria y, más concretamente, en el PP canario. Nuestro personaje de hoy, Jorge Rodríguez, que ya dimitiera una vez por favorecer a un ser querido desde una administración pública, es el mismo que, en su calidad de diputado, participó como implacable inquisidor de desafectos en la comisión de investigación del caso eólico. Es el autor intelectual de unas conclusiones de esa comisión verdaderamente delirantes, fruto de la perversión política más indecente. A Rodríguez lo acompañaban en esa sagrada tarea de encontrar la verdad del caso eólico, José Manuel Soria y otro personaje de conducta intachable, Manuel Fernández, consejero delegado del grupo Anfi del Mar, el mismo que consiguió en el minuto noventa y de penalti 1.500 camas turísticas gracias a un acuerdo repugnante entre el PP y Coalición Canaria que incluía salvar a los Soria del pelotazo eólico. Tres ases del recto proceder que deberíamos guardar en formol para que las futuras generaciones aprendan lo que es la política de nivel.