Ya vemos entendiendo cómo es la cosa: usted, empresario potente, se enroca detrás de una multinacional influyente, presiona a las autoridades a través de la prensa amenazando con llevarse las inversiones a otra isla; consigue el entusiasta apoyo del Círculo de Empresarios de Gran Canaria, de gatillo fácil cuando de inversiones de cualquier índole se trata, y ya tiene usted al político perdiendo las nalgas (y el núcleo central) tratando de resolverle a usted lo imposible. Es el caso del hotel Las Tirajanas, que no es propiedad de Santana Cazorla como por error se comenta, sino del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, que por concurso se lo adjudicó en forma de concesión al empresario tirajanero por un tiempo no superior a treinta años. A Santana Cazorla le acaba de cobrar el Ayuntamiento un montón de cuotas atrasadas después de reiterados avisos de que podía perder la concesión, y una vez saldada la importante deuda, el propio empresario emprendió una cruzada, en nombre del touroperador alemán TUI, amenazando con llevarse los turistas a La Palma si no se le permite una ampliación del establecimiento mediante un permiso para construir unas cabañas anexas que complementen y enriquezcan la oferta de naturaleza que el hotel publicita. La amenaza surte su efecto en la prensa grancanaria, adicta últimamente a cualquier inversión, sea del color que sea y sea sobre el suelo o concesión que sea. Así que, venga, todos a presionar a la autoridad competente. Pero es que la autoridad competente se encuentra con un problemón de difícil solución: desde el punto de vista territorial puede muy bien tramitar un procedimiento para que los suelos adyacentes, rústicos aunque de bajo valor ambiental, puedan tener el uso que se pretende. Pero no puede concedérselos al actual adjudicatario de la concesión porque se produciría una variación sustancial en el objeto que se sacó a concurso en su día, a principios de este siglo. El Ayuntamiento ya le ha dicho al promotor que vale, que se lo tramita, pero que sacará a concurso esas cabañas a ver si hay algún otro empresario dispuesto a adjudicárselas. Y eso, por mucho que quiera correr TUI, lleva unos trámites administrativos necesarios e imprescindibles para garantizar la seguridad jurídica que el tourperador y sus mariachis reclaman siempre que tienen el fonil del lado que no les conviene. Aquí en Gran Canaria como en La Palma, que lo de la siesta española es una leyenda urbana.