Se nos murió el abogado Alfonso Calzada Fiol y parece que no ha pasado nada. Este tafireño de pro, defensor de Juan García El Corredera y de Ángel Cabrera Batista, El Rubio, entrañable conversador y persona muy querida en todos los ambientes, nos abandonó el domingo a los 82 años sin hacer apenas ruido. Tan poco ruido hizo que ni siquiera el Ayuntamiento de su ciudad tuvo el detalle de aplicar para él los honores de ordenanza que le corresponden como hijo predilecto de Las Palmas de Gran Canaria, tributo que alcanzó en 2007. Ni la esquela oficial en los diarios impresos ni los tres días de luto oficial con banderas a media asta que mandan los cánones se concedieron a este letrado, que ha recibido todo tipo de reconocimientos en vida. Debemos suponer que se ha tratado de un despiste y no de uno más de los numerosos y en ocasiones irracionales recortes presupuestarios de la era Cardona.