Lo que faltaba para el duro -en lo que se cargan al euro- es enmarcar dentro de un mero conflicto laboral la resolución tomada por el Gobierno de España de militarizar a los controladores aéreos. Siempre cabe la posibilidad de encontrarse en cualquier esquina del país, mirando para otro lado como dicen los papeles de Wikileaks, a Pepiño Blanco llevando hasta el abismo a esta casta de empleados públicos que han hecho y deshecho lo que les ha dado la gana desde los tiempos de Felipe González, José María Aznar mediante, pero lo que no cabe bajo ningún concepto es incluir el Estado de Alarma como colofón final a unas negocaciones laborales al uso. Porque el viernes, lo que ellos solitos decidieron hacer, fue abandonar masivamente sus puestos de trabajo sin un “puto” (sic) previo aviso, sin un anuncio formal de huelga, que estos caraduras que han vivido del cuento de que no dan abasto porque ellos mismos han impedido el acceso a su profesión a gente nueva, con el consetimiento de todos los gobiernos españoles, nunca hancen huelga. Nunca ven en sus cuentas corrientes disminuir de sus salarios brutales la parte correspondiente al día de la huelga que nunca convocan. Para eso, plantes encubiertos y bajas médicas masivas. Manda trillos.