Del alcalde de Las Palmas de Gran Canaria vamos conociendo reveladores detalles, unos más esperanzadores que otros. Por ejemplo, ya sabemos a lo que se dedica en esas largas horas en las que no gobierna ni toma decisiones, en las que no viaja a bordo de un coche oficial o despacha con los ciudadanos en la primera planta del hotel de los líos: se dedica al noble arte de repasar facturas y memorias del mandato anterior (del año 2007, para ser exactos), con la secreta esperanza de cazar a alguien del gobierno socialista en la justificación de sus gastos de dietas o desplazamientos. El papel de contable fiscal lo extiende al personal eventual que desempeñaba un cometido estrictamente profesional, como el anterior jefe de protocolo del Ayuntamiento, a quien Cardona ha atribuido recientemente en un periódico el cobro de unas exageradas cantidades. Parece querer ignorar el alcalde la existencia de una partida presupuestaria titulada “Cursos y formación” a la que el responsable del protocolo municipal cargó los gastos de su asistencia al VIII Congreso Internacional celebrado del 21 al 24 de noviembre de aquel año de 2007 en Roma. El Ayuntamiento, con la debida fiscalización procedimental que consta documentalmente, abonó 896 euros en conceptos de gastos de manutención y alojamiento, según lo dispuesto legalmente, otros 600 para locomoción y desplazamientos que incluían los billetes de avión (311 euros) y otros 546 euros como cuota de inscripción y participación. Puede no gustarle, pero todo parece en regla.