La pregunta tenía una seria carga de profundidad porque suponía reabrir una herida que la mismísima magistrada presente, Margarita Varona, había dado por cicatrizada hace más de un año, cuando ordenó el archivo de la pieza separada que, procedente de Góndola, implicaba claramente a Santana Cazorla en unas conversaciones sospechosas con el presidente del Gobierno, Adán Martín, y el consejero de Medio Ambiente, Domingo Berriel. El abogado Choclán protestó por la incursión de Rivero en esas procelosas aguas, pero la magistrada autorizó la pregunta porque en el fondo también a ella le interesa saber el grado de relación que tiene la pesca del salmón con la serena navegación en embarcación tan veneciana, dado que, cuando dio tan precipitado carpetazo, muy pocos conocían que hay artes pesqueras bastante dúctiles y maleables. Incluso hasta su desembocadura. Santana Cazorla achicó balones con una táctica muy clementina: “No me acuerdo quién era ese Manuel” que le acompañó a ver a Faustino García Márquez y a Pilar Herrera, altos funcionarios de Medio Ambiente.