La jornada de huelga vivida este miércoles en La Gaceta puso de manifiesto el poco respeto y conocimiento que tiene la empresa editora por la actividad que desarrolla. No permitir que los directores en funciones operaran como tales y dejar el periódico en manos del jefe de cierre es una constatación del nivel que reina en esa empresa. Los trabajadores llevan meses sin cobrar, algunos más que otros, porque hasta en eso ha sido torpe la empresa: ha pagado una parte de los salarios solamente a los trabajadores que no han acudido a denunciar la situación que están viviendo. La consejera delegada de la editora parece empeñada en desacreditar el buen nombre de las empresas matrices que se hicieron cargo (a mala hora) de la gestión de la cabecera.