La labor de información y contrainformación la llevan a cabo los dos principales servicios marroquíes con autorización especial y expresa del Gobierno español, y tienen bases operativas en sus consulados en Barcelona, Málaga, Algeciras, Madrid y Las Palmas de Gran Canaria, desde donde también se controla a elementos opositores al régimen alauí, y por tanto a los simpatizantes al Polisario, por poner un ejemplo. El asesinado Mandari era una buena pieza, todo hay que decirlo. Más que un líder opositor era un hombre que gozaba de una información privilegiada y que llegó a publicar en 1999 en el Washington Post un anuncio pagado amenazando al Reino de Marruecos con hacer públicos ciertos secretos muy comprometedores. En su libro El último rey (Galaxia Gutemberg, 2002), el periodista Jean-Pierre Tuquoi, cuenta con todo lujo de detalles la desaparición de cheques en Palacio por importe de más de un millón de dólares. Uno de los mayores conocedores de la operación era el ahora asesinado Mandari, que llegó a ser “consejero especial” de Hassan II, como rezaba su pasaporte.