Mientras las posiciones políticas se dibujan de manera cada vez más precisa, mientras se dan los últimos retoques a la jornada de protesta del día 24, Repsol continúa con su tímida campaña para convencer a las fuerzas vivas de que la petrolera viene en son de paz, que eso de que se dedican a una actividad peligrosa, molesta e insalubre deben ser inventos de los argentinos, que mira tú cómo se han puesto. Este miércoles continuó en Fuerteventura la minigira desarrollada por dos de sus ejecutivos, que lograron al fin mantener una reunión de cierto empaque. Fue con la Asociación de Empresarios de Turismo, cuyos directivos los escucharon educada y atentamente y hasta se comprometieron a sacar un comunicado con su posicionamiento, hasta ahora desconocido, pero que se barrunta que podría ir por una frontal oposición al petróleo por el peligro que entraña para la actividad turística, especialmente en Fuerteventura y Lanzarote. Debió ser de tal calibre el desconcierto y la incomodidad de los comisionados de Repsol que terminaron por anunciar a sus interlocutores que ellos solo constituyen la avanzadilla, que tras esa visita vendrán más ejecutivos, cada vez más gordos, hasta que termine llegando el pez gordo de verdad. Seguramente el que toma las decisiones más comprometidas. Debemos entender y entendemos.