Quizás sea el municipio de San Bartolomé de Tirajana, en Gran Canaria, el que reúna en su territorio todos los ejemplos de lo que no puede ser. No nos referimos solamente al comportamiento de las instituciones en presencia, particularmente del Ayuntamiento, sino de los empresarios y de los mismísimos usuarios de la cosa. No es de recibo, por ejemplo, que este municipio no tenga actualizado y aprobado su nuevo plan general de ordenación urbana, una herramienta imprescindible para ordenar su futuro y, si se hace bien, para corregir su presente. Recomendamos a los más críticos del sector que se den una vueltita por San Agustín, concretamente por la zona del restaurante El Gran Capitán. Es imposible encontrar más cutrerío en tan pocos metros cuadrados. El espacio donde nació el turismo sureño se presenta en ruinas, con edificaciones amenazando derrumbe, con accesos del siglo pasado, con ausencia de servicios, si exceptuamos la zona azul de aparcamiento, que funciona como un reloj suizo.