Ya lo tienen ahí, encima de la mesa: el ejemplo palmario de que han vuelto los tiempos duros del funcionario godo jediondo, con jota de joder hasta lo más jondo. Y eso que eso que se llama Aena y tiene a su mando los aeropuertos españoles y la navegación aérea no ejerce talmente como Función Pública, sino como la perita en dulce a punto de caer en boca de cualquier jabalí neoliberal o protofascista, de los que campan a sus anchas por la piel de toro extendida. En eso mismo anda el Gobierno de España, Coño, cuando se le ocurre poner patas arriba la vida de las familias de Ojos de Garza, pendientes de la firma de un convenio que sobre el papel había sido como el parto más difícil y jodido de todos los paridos por esos funcionarios de lo privatizable, a cuenta de buscar otra ubicación a sus viviendas por la dichosa tercera pista futura del aeropuerto de Gran Canaria a la que solo se considera como viable en las tablas macroeconómicas que nadie entiende en las peluquerías, los bares y las oficinas del paro. Parafraseando a Paulino Rivero, con sus cartas al Rey, al presidente y al mago Merlin si hace falta, es el desafecto este hacia España y sus godadas las que se reflejan en decisiones como las de los jerifaltes de Aena, en un despacho perdido en las alturas de La Meseta, y que han llevado a ruborizar a los más papistas del PP de Soria (provincia de Las Palmas), viendo las reacciones tan rocambolescas como las de la diputada nacional de Soria (de la misma provincia oriental amarilla) Mercedes Roldós, echando las culpas de todo lo de Aena a “la herencia recibida” de los socialistas (ese argumentario, pordios, m'hija), hasta la reacción más populista del presidente del Cabildo de Gran Canaria (este va por la provincia independiente de Las Palmas), José Miguel Bravo de La Laguna, lanzando mensajes en clave 2015 de desaprobación ante lo que parece la sumisión total a lo que venga de Madrid.