Empieza a desinflarse el optimismo en el sector turístico, y de ese escenario de moderación propugnado siempre por la consejera, nuestra admirada Rita Martín, pasamos a divisar peligrosos nubarrones que hacen recomendar -una vez más- acciones de choque que, como es menester, llegarán tarde, mal o nunca. En el seno del departamento es ahora cuando aflora de modo más serio el descontento, que se manifiesta en la falta de liderazgo político por parte de una consejera con buenas intenciones pero nulas capacidades. Sus inseguridades, sus celos hacia su propia viceconsejera y hacia la gerente de Promotur, su falta de proyecto de medio o largo plazo (defecto que no le podemos atribuir en exclusiva) desaniman al más pintado. Desde dentro se levantan voces que denuncian que se dilapidan los escasos recursos contratando empresas que vienen a duplicar el trabajo hasta hace poco hecho por el personal de la casa. Lo sabe bien la consejera, que trabajó muchos años en Saturno y autoriza ahora la subcontratación de acciones para las cuales tiene personal en plantilla suficientemente cualificado.