Es cierto. Nos acusan, muchas veces con razón, de ser más crípticos que la madre que nos crió, pero comprenderán ustedes que, además de divertido, suele ser necesario a la par que conveniente. Nuestras fuentes santacruceras, que por cierto, se verán muy reforzadas dentro de poco hasta límites más que atlánticos, nos aseguran que es totalmente cierto que algunos despachos de arquitectura tinerfeños tienen serias fisuras. Algunas, dadas las propias condiciones del terreno en que se hayan asentadas, y las demás porque se rompen vínculos que hasta hace bien poco parecían para toda la vida, como las promesas que se hacen ante el altar de que no lo rompa el hombre si a Dios no le da la gana. A ver si nos entienden. El caso es que hay rupturas de despacho arquitectónico y hasta se llega a comprender la suerte que, por la mala suerte del mismo despacho, corrieron personajes como José Emilio García Gómez, aquel alcalde en pantuflas que se quedó fuera del paraíso por no encargar un determinado proyecto al despacho arquitectónico que ahora hace aguas por parejas. Pero si vivir es más fácil.