Ha sido una auténtica bomba lo que publicábamos aquí este viernes acerca de la cámara instalada en un trastero de la Consejería de Sanidad con la que se grabó una supuesta violación de una limpiadora a manos (y otros miembros de su cuerpo) de un empleado de seguridad privada. La instrucción se sigue desarrollando en Instrucción 7, sin que por el momento se conozcan otras diligencias que las declaraciones de denunciante y denunciado, ambos con versiones bien distintas, como cabía esperar. Para mejor proveer, el juez Parramón ha solicitado que a la denunciante se le someta a una prueba psicológica, dado que podría estar bajo los efectos de mucha presión antes, durante y después de los hechos grabados por la ya famosísima cámara de Sanidad.